Opinión

El ajo hace milagros

Los telediarios propagan la información por la vía principal de los grandes titulares como borbotones de vena aorta rota. Los ventrículos bombean como estornudo vestido de faralaes que da luz y esplendor a la feria española del baile del coronavirus. Golpe de codo con codo, guiño ladeado, punta de pie con punta de pie amiga, inclinación de cabeza, saludo al sol, antebrazo con antebrazo… la creatividad de la España cañí se pasea en gestos y no se detiene ante la enfermedad.

Mientras China sigue luchando por controlar la crisis del coronavirus, España empieza a dejar la discoteca y la Unión Europea muestra su división en  este caso con las medidas adoptadas en Italia, Francia y Alemania. Nuestro país se pronuncia sin querer tomar medidas restrictivas respecto a acontecimientos de grandes concentraciones de personas en manifestaciones, conciertos o las próximas Fallas de Valencia. La UE, una vez más, demuestra que Europa no va con Unión. Los dirigentes justifican divergencias argumentando que en cada país la evolución de la epidemia es diferente  y que hay que adaptarse a cada caso. Aparte de haber conseguido una moneda única y la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales la Unión Europea no es escaparate de cohesión en Justicia; El caso Puigdemont es ejemplo,  y ahora no consigue unificar en Sanidad. 

La sociedad observa que la epidemia se pasea  mientras en el centro de las instituciones en Bruselas  dejan un asiento libre de separación en la eurocámara, cancelan reuniones imprescindibles y reclaman reducir el tamaño de las delegaciones. Una foto que estimula los telediarios de gestos dejando aparcado que entre el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea,

La Comisión Europea, el Comité Económico y Social Europeo y el Comité de las Regiones la cabeza gobernante se difumina tanto que se pierde.

Si la algarabía reina en el baile del coronavirus público, en los hospitales la normalidad lo es más todavía y se pone cara rara ante una mascarilla. En estas colmenas humanitarias el tiempo se estructura en mañana, siesta, tarde y madrugada. En la mañana cohabitan todas las profesiones: trabajadores de limpieza, auxiliares de enfermería, asistentas sociales, médicos y enfermeros. El engranaje hospitalario se complementa con estudiantes en prácticas que pasean con orgullo el fonendoscopio sobre bata blanca. Los pasillos son en la mañana hervidero de buenas intenciones intercediendo el capellán como botafumeiro que oscila el humo de habitación en habitación para cruzar en el pronóstico combinaciones indulgentes. A medida que pasa el día y el silencio de la siesta, los paseos de la tarde y la temprana cena sumergen en el individualismo al más sociable de los humanos, que se va a la cama con otras historias de  vida.

Comer ajo aleja espíritus COVID-19 al tiempo que sufre cerrojazo en sus exportaciones el espantaenfermedades chino. Es las dos caras de la moneda porque tal realidad viene a salvar la temporada a agricultores españoles que han vendido incluso lo almacenado. Los cineastas, literatos, periodistas y músicos se inspiran en esta amenaza que nos envuelve, que muta, que mejora, que se hace fuerte con el  tiempo y que nos obliga a aumentar las defensas.

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