Opinión

El juego de la oca

Empecemos diciendo que el país con su realidad económica y social de capa caída no es lo más importante para la mayoría de nuestros políticos.

Pablo Iglesias ha aprovechado el tubo de escape de Madrid para hacer su combustión interna de lo poco que pintaba en el Consejo de Ministros de España, en el que no pasaba sus mejores horas con Pedro Sánchez. Al parecer, se aburría y aprovechó que estaba fuera el presidente para decirle que se embarca en la tierra prometida por el Goliat femenino de moda. Desde que se vio siendo uno de los cuatro vicepresidentes del Gobierno, su ansia se transformó en respiración resignada y se diluyó con la realidad covid-19. Este hombre, perseguido por los tribunales, cierra la puerta de España y se asoma a la ventana de Madrid. Hay decisiones obligadas, premeditadas, necesarias y contraproducentes. La suya tiene la categoría de ambición, de posicionamiento, de inmadurez, de aumento de currículum y de crecerse en aguas revueltas; pero, sobre todo, de poner en alza que el único liderazgo en su partido lo representa él mismo. Cada mañana se mira al espejo y se golpea el pecho como Tarzán convocando a las fieras y conocedor de que los dioses ciegan a quienes quieren perder.

Isabel Díaz Ayuso ríe poco pero tiene sentido del humor al decir que España le debe una porque ha sacado a Pablo Iglesias del Gobierno de España. Lo dice seria con esos ojos de búho orientados hacia el frente y sabiendo que hechas las oportunas interpretaciones de la convocatoria de elecciones ahora se resalta más su capacidad de luchadora. Su estilo es el de Daenerys Targaryen en la serie “Juego de Tronos”, heroína de maña por encima de la fuerza que redefine la trama y las fronteras de la historia establecida. 

El asedio a Madrid se presenta con estilo Barcelona en las calles y un desprestigiado candidato que llega a ritmo de fanfarria para complicar la existencia al veterano socialista y catedrático de Universidad, Ángel Gabilondo, el más votado en las elecciones de 2019. Esa es la venganza de Pablo a Pedro, y así está el Xacobeo21 en la capital de España, un peregrinar de estrellas que quieren guiar a los pueblos. Es el juego de la oca: se avanza, se retrocede, hay castigos y el final es el jardín de esta ave tras pasar por fuentes, posada, pozo, dados, laberinto, cárcel, calavera o muerte. Si los templarios inventaron este juego en el siglo XII, inspirándose en el Camino de Santiago, ahora se quiere descifrar que las trompetas de Jericó sonaron, al tocarlas se derrumbaron las murallas y los asaltantes no tuvieron más que apoderarse de la ciudad. 

Continuando con el humor Ayuso se expande por internet que ha desaparecido el oso rampante de la estatua símbolo de Madrid situada en la Puerta del Sol. El madroño se ha quedado solo. Al parecer el mamífero se ha ido al psicólogo. 

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