Opinión

Leamos que algo queda

Esta es la semana que tiene al 23 de abril como Día Internacional del Libro. La fecha une al inglés Shakespeare con el español Cervantes  como coetáneos de muerte en 1616. Más de uno celebramos cumpleaños días antes o después de la data real en que nuestra madre nos trajo al mundo. Shakespeare y Cervantes no se libran de este malabarismo  terrenal. El Manco de Lepanto murió el día anterior; pero los documentos recogen el 23. El dramaturgo inglés tampoco dijo adiós ese día porque el calendario juliano pasó a ser gregoriano y dejó fechado su adiós el 3 de mayo. Lo más coincidente entre ellos es que no se sabe con exactitud cuándo nacieron porque sus respectivas parroquias no registraban a los nacidos.

La historia tiene sus fantasmas y cada 23 de abril las almas errantes se manifiestan para sumarse a las dudas sobre la autoría de las  obras shakespearianas. Los escépticos han conseguido protagonismo hurgando en el misterio de su origen y alegando que un plebeyo criado en un hogar analfabeto no pudo escribir obras como “Otelo” o “Romeo y Julieta” y se decantan por defender la autoría de varias personas con un bagaje cultural mucho mayor que el que caracterizaba al conocido como Bardo de Avon. El escritor mexicano Carlos Fuentes  llegó a plantear en un libro de ensayos que ambos autores fueron la misma persona. El Quijote ha ayudado a entender a la sociedad española y el monólogo de Hamlet en el tercer acto es el referente universal de Shakespeare. 

El loco caballero andante es profundamente moral, con grandeza en sus juicios y palabras, a pesar de las comicidades en las que cae. Don Quijote es entusiasta de una idea para hacer el bien. Hamlet es incrédulo y no piensa en sus deberes y le brota la ironía. Hamlet se desprecia a sí mismo y se retroalimenta con vanidad. Sus sufrimientos son más dolorosos y profundos que los de don Quijote a golpe de pastores o criminales que libera. Hamlet al analizarse se desgarra. Don Quijote es absolutamente risible. Una de las figuras más cómicas conocidas. Su nombre se ha convertido en un apodo para ridiculizar. Sabias palabras que podemos encontrar en los libros y que nos colocan con los pies en esta tierra donde se habla de récord histórico de lectura durante la pandemia según el “Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España en 2020”. Aumentó un 3% con una media de 7 horas y 25 minutos a la semana. Es terapia para tiempos con confinamiento, bien de primera necesidad y un aliado necesario para sobrellevar cargas. Entretenimiento, desconexión, relajación, tranquilidad, ánimo en positivo, alegría, entusiasmo, ilusión, fuerza mental y seguridad. 

Del Quijote a Hamlet está la vacuna para entender hoy las luchas. Las hay para salvar el fútbol; de campaña electoral con idioma inclusivo; de vacunación, con más contagiados que inmunizados … Don Quijote suscita reírse pero tiene fuerza conciliadora y expiatoria; no en vano ya sabe lo que se dice: “A aquél del que te ríes terminarás sirviendo".

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