Opinión

Moda para cerrar el círculo

La moda no está de moda. Con el chándal, las zapatillas deportivas y el vaquero la imagen popular de la vestimenta ha unificado y convertido a la población en soldados de la comodidad y la demandada apariencia de juventud. Son buenos tiempos para vestirse de bajo coste, ir a las rebajas y salir cargado de bolsas; mientras la presencia provoca en el personal sentirse Quijote alborozado por verse armado caballero. 

Lanza, adarga, espuelas y celada, no falta de nada en el desfile callejero cada vez más fecundo en color negro. La moda es un espejo de la pérdida de individualidad y ha traído una sociedad formada en pelotón con dirección a la deriva del no pensar que ponerse. El comportamiento extendido de usar y tirar ha hecho su mal con la responsabilidad sobre el estado del país en general porque los españoles desechamos siete kilos de ropa por cabeza.

Se viste de andrajo y la juventud está siendo educada en esa doctrina. La televisión no ayuda y los presentadores quieren ser reflejo del equipaje callejero sin obligación. Las firmas cierran en los grandes centros comerciales casi en la medida que abren establecimientos chinos, tiendas de chinos sin chinos o locales de ropaje arrugado, roto, con flecos o prendas anchas sin corte. La talla única invade cuetos y vericuetos con la galantería al alcance de todas las inteligencias, de damas desenfadadas o de políticos en vísperas de escaño. La cantidad ha venido  ganando a la calidad y la economía circular es ahora la realidad hablando de segunda mano, reutilizar y reciclar. De ese usar y tirar de las economías desarrolladas hemos pasado a la moda sostenible que aprecia el verdadero valor de las prendas y que estas sean duraderas por estar elaboradas con criterios éticos.

La industria de la vestimenta emplea a una de cada seis personas en el mundo; pero otras cifras recuerdan que es la segunda a nivel mundial, por detrás de la energética, que más agua utiliza en sus procesos y también ocupa ese puesto como más contaminante después de la del petróleo, con lo que el sector es responsable del 10% de las emisiones de dióxido de carbono que se lanzan a la atmósfera. 

Del usar y tirar hemos pasado a la segunda mano porque compramos y compramos y no nos vestimos con lo que la infrautilización de la ropa y la falta de reciclaje en el sector acarrea importantes inconvenientes. La economía circular de la segunda mano es un estilo que ha quedado desde la crisis aportando atuendo de calidad, buen estado y más barata; pero el chándal sigue haciendo de las suyas fuera del gimnasio y el deporte al aire libre.

La evolución de las creaciones en el vestir es un instrumento de gran poder para definirnos socioculturalmente. Si a ello nos remitimos hay que concluir que dejamos mucho que desear. Por si sirve de algo recordarle que el veinte por ciento de la contaminación del agua proviene del teñido y tratamiento de los tejidos, como ejemplo la fabricación de un vaquero que puede requerir hasta tres mil litros de agua. Mire a su alrededor y a sus pantalones.

Te puede interesar