Opinión

Traición con gusto

La Historia se escribe con traición y la traición es Historia, normalmente contada por los que no lo han sido. Digo todo esto porque voy a recomendarle el libro para estas vacaciones “La traición en la Historia de España” del gallego Bruno Padín Portela. Se trata de un trabajo que pone a la orden del día maldición y razones de amor, fortuna, soledad, sueños y muchas más justificaciones sobre los traidores desde la Antigüedad. La lectura lleva a la conclusión que el ser humano no ha cambiado tanto como para hablar de nuevos comportamientos que justifiquen incumplir la palabra o la fidelidad en la vida. Los militares saben mucho de esta cualidad que ellos extienden  a la disciplina, a la patria y a su deber público con los ciudadanos. ¡Qué series de televisión se producirían sin la traición en el desarrollo de los guiones!, no habría interés para el público como  ha sido comprobado. 

La deslealtad está más personalizada que nunca porque el conjunto ha perdido peso y los nombres con apellido suenan en el noveno círculo del Infierno de Dante Alighieri en la Divina Comedia,  la categoría reservada para los traidores. La misma palabra tiene sentido desde la venta de Jesús por parte de Judas con 30 monedas de plata en el bolsillo. Renegar con rebeldía es tendencia de  moda en calles y parlamentos porque estamos en tiempos donde todo debe ser sonoro y retransmitido, es tan  previsible como cuando Jesús en la Última Cena avanzó que uno de ellos le iba a entregar. Hoy uno no es nadie importante sin tener historial traicionero, véase tránsfugas y demás personajes españoles que ocupan cárceles, instituciones y estamentos que dejaron atrás la limpieza en el actuar y el buen decir. La traición es  la mano escondida del juego,  la que tiene más fuerza en las calles,  el miedo imprevisto que suscitan muchos personajes capaces de cambiarlo todo y por si faltaba algo la traición hoy es aceptada. El bien y el mal  equilibran  las acusaciones con palabras manidas para denostar persona o acción. Pesan los mismos kilos argumentar pros que contras.  

Frente al traidor están los que se sienten traicionados. Ahí la insensibilidad toma cada vez más indiferencia y apatía. Y así se va haciendo la Historia con programas sin cumplir, hombres sin palabra y engaños varios. Menos mal que el mar, el tinto de verano, el calor y la cerveza siguen manteniendo la esencia de lo que esperamos. 

Traiciona que no queda recuerdo. Estamos a prueba de todo, aguantamos lo inaguantable y sabemos que la queja sirve sólo entre las cuatro paredes familiares. Me atrevería a decir que nunca ha habido tantas posibilidades para decir que no ha pasado nada y hay que seguir así. Con consentimiento la conciencia se duerme hasta para  traicionarnos a nosotros mismos, al voto emitido para elegir representantes y a lo dicho y sentido en tantas ocasiones. La piedra de tropezar no se gasta y ahí está para toda la vida. Eso sí pesa.

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