Opinión

Hermanos Fraga Electricidad

Las cosas se valoran cuando no se tienen. Eso decían nuestros abuelos y, como siempre, ¡qué razón tenían!

Seguramente muchos de vosotros conocisteis alguna casa de la ciudad y muchas de los pueblos en que no había luz, o como mucho una bombilla colgada de un cable trenzado en el techo; después se consiguió que hubiera algún enchufe en la casa y ahí se colocaban las lamparitas de mesa y otras parecidas. La energía que “salía” de los enchufes era un peligro y los pocos aparatos que existían usaban unos protectores para que los altibajos de tensión no los quemaran, creo recordar que se llamaban voltímetros. Las radios eran las que lo requerían (después fue la tele pero eso ya fue “antes de ayer”). Las bombillas no lo necesitaban: cuando bajaba la tensión disminuía la intensidad y te dejaban en penumbra, siempre mejor que cuando subía, en esos casos la bombilla soltaba un fogonazo y... oscuridad total. Os recuerdo esto, porque hace tiempo que tengo ganas de hablar de una de las empresas históricas de la ciudad, de sobras conocida pero con frecuencia olvidada: Hermanos Fraga. 

Sin duda, desde los años 20, pero seguramente los descendientes nos podrían aportar datos que lo atrasen (¿aprox. 1918?). Nació la empresa en Ourense cuando Manuel Fraga Suárez, segundo de los hermanos, quizás aconsejado por Juan (perito electricista), que trabajaba para la Sociedad Hidroeléctrica de Arnoya como encargado en Xinzo, decide instalarse en un pequeño local de Paz Novoa, 9 (hoy Paseo, aprox. Level One o Snikers). El tamaño del local no importaba, porque el objetivo era la realización de instalaciones, y si acaso la reparación de pequeños aparatos; la filosofía era: vender se vende una vez; reparar, muchas… ¡cómo hemos cambiado!

En aquellos tiempos las oportunidades iban surgiendo casi sin buscarlas, y la empresa en pocos años ha dado un vuelco y ha reunido en el negocio a los tres hermanos: José, Manolo y Juan (el pequeño era técnico montador de radio). 

En el tema instalaciones la demanda era tal que grandes como Aragonés, Pío Príncipe o Laureano Ferreiro no conseguían dar abasto, y en las pequeñas reparaciones ocurría lo mismo. De repente todo el mundo quería tener multitud de lámparas en casa, la radio era obligada en la salita para escuchar los grandes conciertos, junto a los noticieros de Inglaterra, Francia y, como no, los españoles; e incluso los ventiladores comenzaban a aparecer en todas las viviendas (Puga y Perille, aunque no tenían taller, daban salida a gran cantidad de aparatos). El principal motivo del exceso de trabajo en los talleres era el uso continuado y la mala calidad del suministro (constantes altibajos) que hacían frecuentes las averías, y aquello iba a más.

A finales de los 20 (diciembre de 1927) abrían un primer taller en Cardenal Quevedo, 8. Los Fraga ven un buen nicho de mercado en la electricidad del automóvil y de paso hacen incursiones en la venta de usados; por ello en enero del 31 inauguran un taller más amplio en la avenida de Buenos Aires, 16. Allí muchos ourensanos vieron la primeras Harley Davidson y muchos modelos que por su rareza no se habían visto salidos de fábrica, pero que ellos recuperaban y reparaban para darles una nueva vida. 

Había de ser su “penúltimo” traslado, pero en 1948 deciden abrir el comercio en Paseo, 18 (fotografía), en el anexo del edificio conocido como la Chevrolet, en el que compartían vecindad con el bazar Pedro y la joyería El Telescopio (hoy Juysa, en la calle Santo Domingo). La causa del traslado, entre otras, fue la decisión de aumentar la oferta de aparatos de radio, haciéndose con la representación de varias marcas (Iberia-Invicta y Telefunken). Por la publicidad que hacen en diciembre de este año tengo que pensar que la empresa ya existía antes de que la regentara Manuel.

El paso siguiente aún está en la memoria de muchos ourensanos: traslado a Concordia, hasta que con la jubilación llegó el cierre. 

Talleres Fraga se encargó de la renovación de la instalación eléctrica del Obispado en el 33, en “contraposición” coloco las luces del escenario de La Bilbaína y se sentían especialmente orgullosos de la iluminación realizada en la Catedral para dotar de luz directa la imagen del Santo Cristo y la instalación que en 1927 hicieron en el santuario de Os Milagros. Durante varios años llevó a cabo la instalación de luces en la 

Alameda durante los festejos del Corpus.

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