Opinión

El plasma en llamas

Sostiene Feijóo que el Gobierno, España, todo, está en llamas, y revela la identidad del pirómano: Pedro Sánchez. Este, según el líder de la oposición, ni gobierna ni nada, solo se dedica a incendiar, pero sería más bien esa hiperbólica acusación la que huele a chamusquina, y ello, seguramente, porque a su autor se le ve incómodo en el Senado, donde no puede pasarse una hora, más réplica y contrarréplica, exhortando a los españoles para que recurran cuanto antes al único bombero posible, él.

El propio Feijóo expresó esa incomodidad en su último y bronco “tête-à-tête” con el presidente, diciéndole que ya se verán las caras en el Congreso de los Diputados, que tiemble. El Senado le gusta tan poco, que preferiría increpar a Sánchez desde un plasma. Rajoy marcó la senda plasmaria, holográfica casi, y lo de comparecer a través de un monitor debió cuajar tanto en el PP, que su lideresa bis, Isabel Díaz Ayuso, lo recomienda vivamente a los médicos de atención primaria. ¿Para qué necesitan los médicos ver a sus pacientes si basta y sobra con que éstos les vean a ellos? Al menos en Madrid, lo que abrasa la salud de los enfermos, su esperanza de vida, el respeto y la atención que merecen y la paciencia de los sanitarios, no es Sánchez, sino el plasma en llamas.

Desde Manuel Godoy, ningún político ha sido tan denostado como este Pedro Sánchez, aunque Zapatero también se llevó lo suyo. No cuenta Franco, que no era un político sino un golpista desalmado, ni sus ministros falangistas o tecnócratas, quienes, sobre no ser tampoco políticos en su más noble y cabal definición, se hallaban blindados como su jefe, a punta de porra y de pistola, ante las denostaciones públicas. A Godoy le presentaba la reacción fernandina como a un monstruo, a Zapatero, la misma reacción actualizada, como un íncubo, y a Sánchez como un pirómano que se junta, encima, con toda clase de incendiarios.

Uno mira a su alrededor y no ve que arda nada, o, cuando menos, no más que en Francia, en Italia, en Alemania o en Reino Unido en los difíciles momentos y circunstancias que vivimos. Al que sí se ve un poco encendido es a ese Núñez Feijóo tan apocalíptico como ayuno de alternativas mejores para el país. Será que, por la incomodidad que le produce su escaño del Senado, no termina de encontrar la postura.

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