Opinión

Ese partido el que usted me habla

A Pablo Casado no le suena de nada el Partido Popular. La memoria suele hacer diabluras, y la de Casado las hace, al parecer, de las gordas. Ahora bien; cuando la memoria se deshidrata, se seca, siempre se puede intentar refrescarla, incluso la de Casado: el Partido Popular es su partido, en el que nació y se crió políticamente (Nuevas Generaciones), y del que es presidente, sucediendo a Aznar y a Rajoy, desde julio de 2018.

Del PP, Pablo Casado lo ha heredado todo; del de Aznar, los papeles de Bárcenas, cuya vista oral relativa a la reforma en B de la sede central de Génova arranca esta semana, y del de Rajoy, lo mismo y la inveterada costumbre de echar balones fuera mediante el olvido de los nombres. Luis, Luis Bárcenas era, para Rajoy, "esa persona de la que usted me habla" cuando la cosa se puso chunga, y el Partido Popular, el único, el genuino, el de Bárcenas y compañía, es para Casado ese partido del que la prensa, la gente y los tribunales de justicia llevan un tiempo hablando, y a partir de esta semana, más.

Del PP, Pablo Casado lo ha heredado todo, le guste o no, pues en política no se puede, al contrario de lo que ocurre con los gravosos e indeseables legados corrientes, renunciar a la herencia. Podía, como mucho, haberle cambiado el nombre al partido, como hicieron los de la corrupta Convergencia de Pujol, pero no se lo ha cambiado, de modo que no tiene más remedio que acordarse del nombre y de todo lo que ese nombre nombra. Es el del partido que dirige, el mismo que ha protagonizado tantos y tantos escándalos de corrupción.

Alejandro Fernández, el candidato del PP a la Generalitat y a ser "sorpasado" por Vox (éstos sí le cambiaron el nombre), dice que el Partido Popular no es Bárcenas. Fernández, por lo menos, admite recordar el nombre del partido aunque lo desligue del de Luis, pero Casado, este Casado que estuvo en el PP de Aznar y en el de Rajoy, en el único PP que ha habido, en el genuino, no lo recuerda, no le suena prácticamente de nada. Para él es, tan solo, ese partido del que tanto le hablan y que, por lo visto, tampoco recuerda que heredó.

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