Opinión

¿Por qué borrachas?

Tiene narices que un asunto que concita una rara unanimidad se empañe con la rusticidad de un eslogan y de un tuit. El eslogan, el "Solas y borrachas, queremos llegar a casa" utilizado por algún grupo feminista; el tuit, el del Ministerio de Igualdad reproduciendo admirativamente el asonante y disonante pareado al hilo de la presentación gubernamental de la nueva ley contra la violencia sexual. Eslogan y tuit se lo han puesto a huevo al PP, que siempre reticente con estas cosas, había anunciado sumarse a la celebración reivindicativa del Día de la Mujer, bien que con el voto particular en contra de su también asonante, disonante y horrísono verso suelto, Cayetana Álvarez de Toledo.

Pero no hace falta ser del PP, ni reaccionario, ni machista, ni nada, para espeluznarse con el eslogan y con el tuit; basta un poco de sentido común y alguna inclinación o simpatía por el refinamiento para flipar con lo que, pretendiendo ser proclama en favor de la plena libertad de la mujer, resulta radicalmente antifeminista. Solas, sí, por supuesto, amparadas por una ley explícita y por un esfuerzo educativo en respeto e igualdad que ojalá algún gobierno alguna vez haga de veras, pero, ¿borrachas? ¿Por qué borrachas? ¿Qué tiene que ver el gusto por empinar el codo más de la cuenta con ninguna clase de reivindicación igualitaria? Llegar a casa borracha, o borracho, no solo acarrea lamentables consecuencias para la salud, el decoro personal y la convivencia si se consigue llegar, sino que lo más probable es que no se consiga, ora porque se enrede uno o una en el bucle de la penúltima, ora porque se extravíe uno, o una, en el camino si la cogorza es mayúscula, ora porque, aun llegando, no se acierte con la llave del portal o de la casa.

Cualquier grupo de particulares tiene derecho a urdir y a utilizar los lemas que quiera, aun los más majaderos o absurdos, pero a todo un ministerio, y más de Igualdad, se le puede exigir otro nivel y otra compostura, a menos que pretenda, como suele suceder con las igualaciones, igualar por abajo. ¿No tiene el ministerio de Irene Montero a nadie que sepa buscar para sus tuits referencias más elevadas? ¿No existen, por ventura, consignas feministas en Podemos más puestas en razón? ¿Qué contiene contra la igualdad entre hombres y mujeres, y contra la libertad y seguridad de éstas, el hecho de llegar solas y sobrias a casa?

Se sabe que la nueva ley ha provocado disensiones entre los socios de gobierno por ver quién se pone la medalla. Nos conformaríamos con que no se la lleve el numen creador del solas y borrachas, ni el del tuit que lo celebra.

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