Opinión

2021, El año de los abrazos pendientes

Tenemos puestas muchas esperanzas en este nuevo año que ahora comienza, entre otras muchas cosas, esperamos poder terminar con la pesadilla del coronavirus y volver a esa añorada normalidad perdida desde la pasada primavera en la que tantas cosas hemos dejado aparcadas, esperando que llegue el momento de poder vernos de verdad, sin ese obligatorio “miniburca” que nos tapa media cara y poder también saludarnos dándonos ese tradicional abrazo que tanto echamos de menos y que es lo que hemos hecho siempre desde que empezamos a dar nuestros primeros pasos por la vida.

No ha sido fácil renunciar a los besos y abrazos de un hijo, nieto o nieta, o de un amigo que no pudo despedirse de su padre, abuelo o hermano y que no ha podido siquiera acompañarle en su último viaje. 

Algo hemos aprendido de esta tragedia; me contaba un frutero de mi barrio, que una señora a la que llevaba atendiendo desde hacía veinte años, pasó de regatearle todos los días, a darle las gracias por despacharle. Algo parecido pasa en los restaurantes, mercados y demás establecimientos comerciales, que cada vez más nos parecen unos auténticos héroes los que se proponen buscarse la vida por sus propios medios prestando un servicio a sus vecinos. Por si no lo teníamos suficientemente claro con anterioridad, esta pandemia nos ha terminado de demostrar que si las empresas no ganan dinero, se cierran, simplemente, lo demás, estará pendiente de lo que lo que planifiquen los que quieren imponernos esa economía dirigida que tanto añoran algunos. 

El problema estará siempre en ese difícil equilibrio entre los intereses de unos y de otros, porque aquí, o abusa el oficial o abusa el soldado, abusa el patrón o lo hace el trabajador, abusa el tendero o el cliente, el policía o el delincuente, la señora o el caballero. El eterno problema de la humanidad.

Otra experiencia que nos ha dejado esta pandemia, es que no es tiempo de profetas ni adivinos, nadie se podía imaginar lo que nos iba a caer encima. Una demostración más de que estamos en manos de las fuerzas de la naturaleza y de lo poco que podemos hacer los humanos frente a ellas, que no sea escondernos y esperar a que pase, como si se tratara de una tempestad.

De todas formas, hemos avanzado, científicos de todo el mundo han trabajado y siguen trabajando tratando de encontrar esas vacunas que ahora empiezan a llegar. Esperemos también que algún día podamos tener un medicamento eficaz contra este coronavirus de nuestros pesares, mientras tanto, con paciencia y resignación, confiemos en que este nuevo año nos traiga la tranquilidad y podamos darnos esos besos y abrazos que quedaron pendientes desde esa aciaga primavera del año pasado que nunca olvidaremos.

Te puede interesar