Opinión

De acuerdo, rectifico,
ponga su nombre a una calle

De vez en cuando aparecen señales de que alguien ha leído un artículo de estos que aparecen en La Región los martes por la mañana. Raro, porque lo normal es el silencia, el vacío, la nada, cosa que veo normal y lógico, porque vemos y oímos tantos mensajes, correos, escritos y sentencias al cabo del día, ya sea en la prensa, en la tele o en el móvil, que ya solo te detienes ante los titulares que te llamen poderosamente la atención tipo; ha sido detenido fulano de tal por haberse llevado… , la policía registra el domicilio de cual… mata a sus… etc., Por otro lado, también lo considero normal porque creo que en la actualidad hay más escritores que lectores.

En el del pasado martes día 10, sin darle mayor importancia, decía que no daba mi autorización, por si acaso, especificaba, a que pusieran mi nombre a una calle o plaza en el improbable caso de que a alguien se le ocurriera tamaña tontería, y esto fue suficiente motivo para que un señor anduviera buscando desesperadamente mi correo para decirme que yo era un “mindungui” y que nunca procedería ni merecería semejante distinción, pero que él estaba muy orgullosos de que en su pueblo hubiera una calle dedicada a su, por lo visto, ilustrísimo padre y que él llevaba a sus hijos todos los veranos para que pudieran admirar las placas con el nombre de su admirado abuelito. Puede ser.

Se le notaba un poco cabreado, sobre todo porque en La Región, supongo que por lo de la ley de protección de datos, no le dieron mi dirección de correo y se lo tuvo que buscar por otros medios. Valgan estas líneas para autorizarles desde este momento a que se lo proporcionen a quien se lo solicite, sin entrar en consideraciones ni condicionantes tipo euro orden.

Si alguien se acuerda de algún artículo es generalmente para mostrar su desacuerdo, cuando no su indignación, en este caso me pareció que estaba muy influenciado por el cambio de nombre de numerosas calles en Madrid que llevaban muchos años, como es el caso de Capitán Haya, General Moscardó, División Azul, General Fanjul, etc., y también porque relacionó las pirámides de Egipto que yo mencionaba en el citado artículo, como signo de ese afán de transcendencia de los humanos, al menos de algunos, con el Valle de los Caídos. En fin, ya veo por donde van los tiros, nunca mejor recordados.

Reconozco que puede tener razón, no me concretó su caso, pero comprendo que puede haber personas que por su trayectoria en esta vida merecen que les recordemos en la posteridad, pero cuando se trata de personas, es muy difícil que exista unanimidad y por lo tanto se pueden dar situaciones de rechazo por una parte de la población y llega un momento en el que el cambio de placas se hace necesario, máxime en el caso de políticos, militares y afines.

Para evitar problemas de este tipo, en el futuro podríamos adoptar un protocolo en el que no se permitiera el uso de nombres de personas físicas en la nomenclatura de calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades porque, aunque sean de ilustres científicos, generales, poetas, médicos, curas o santos, siempre habrá gente que por sus gustos, creencias, manías o religiones no esté conforme, o al menos no sean de su agrado.

Hay cosas que se pueden adivinar fácilmente; a la hora de poner un nombre a una calle, una empresa, una marca o a un niño/a, puedes darle un nombre estrambótico, genial, diferente y que te salga bien, tal vez, pero si le llamas Quinta o Séptima Avenida, Florida, Progreso, Libertad, Parque, Paseo, Diagonal, Plaza Mayor , Manuel, Lucía o Antonio, seguro que aciertas.

A pesar de todo lo dicho, amigo, si está seguro de que el destino le ha señalado, permita que le pongan su nombre a una calle, no se corte.

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