Opinión

Ahora le toca al pobre pangolín

El pangolín es un curioso animal que se encuentra en regiones de Asia y África cuya principal característica es que su cuerpo está cubierto de escamas. Según el estudio de una universidad china, el pangolín es portador del coronavirus que ha conseguido paralizar a gran parte de la laboriosa población china, amenazando con propagarse hasta no se sabe cuándo ni hasta donde, con repercusiones a nivel mundial, como hemos visto con la cancelación del evento tecnológico de Barcelona.

Esta epidemia, pandemia o como queramos llamarle, la podemos enfocar desde diversos puntos de vista pero, en mi opinión, lo más importante, es que estamos ante un ejemplo, otro más, de que, para las cosas fundamentales, es la naturaleza, dios, el destino o quien a usted, le parezca que ordena y manda en este tinglado, los que en todo momento, sin consultarnos ni otorgarnos el derecho a decidir ni a escapar, únicamente el de resignarnos y tal vez llorar, ordenan sobre nuestras vidas con sus catástrofes, cambios climáticos, contaminaciones y demás calamidades que condicionan la vida y la muerte en nuestro planeta, dándonos, al mismo tiempo, una lección que debiera ser de humildad, para todos esos fantoches que, por circunstancias o anomalías de la vida, se han encontrado al mando de una parcela en un momento determinado y se creen que amenazando con gritos, exabruptos o guerras comerciales, tecnológicas o convencionales, tienen en sus manos la solución de los grandes problemas que afectan a la humanidad. 

Porque, pongámonos en su lugar, y comprobaremos que la naturaleza y sus socios lo tienen también muy complicado buscando siempre el equilibrio: Que los glóbulos rojos estén en relación con los glóbulos blancos, que la glucosa, y no digamos la tensión, no se suban demasiado pero que tampoco bajen mucho porque si no, se lía. Que nazcan aproximadamente, siempre aproximadamente, el mismo números de niños que de niñas. Que los de derechas sumen casi siempre lo mismo que los de izquierdas, y que en los referéndums de lo que sea, las fuerzas estén divididas a la mitad, eso sí, aproximadamente. Que la proporción de imbéciles no supere los límites que hagan imposible la convivencia y. sobre todo; que la población no se desmadre, para lo que suele utilizar una serie de animalitos; ratas, pájaros, moscas, mosquitos y otras especies, aunque quien más y mejor mata es el homo sapiens, mejor dicho, el “homo imbécilus”, pero bueno, en este caso, parece ser que ha recurrido al pangolín para controlar la situación. 

La página www.countrymeters.info nos proporciona la estadística de la población mundial al minuto, en ella se puede ver que a día de hoy, viernes, día 14, somos en nuestro planeta 7.774.726. 570 habitantes (3.920.000 hombres y 3.853.000 mujeres, aproximadamente) En lo que llevamos de año han nacido 19.428.390 personas y fallecido, 7.570.020. En un solo día nacen 193.150 personas y mueren 75.575 almas, como se decía antes.

 En España, en ese día, éramos; 45.702.991 habitantes (22.576.054 hombres y 23.126.937 mujeres) En lo que llevamos de año ha habido 52.166 nacimientos y 49.418 defunciones. En un solo día nacen 917 y mueren 868. Supongo que estas cifras variarán dependiendo de la hora en que se lea, en todo caso, es lo que podemos ver en la mencionada página, espero que sea la verdad. 

En el mismo día, en China, la población ascendía a 1.409.418.710 habitantes y en lo que va de año, han nacido 2.147.667 personas y murieron 1.208.715, en un solo día nacieron 38.865 y murieron 21.876. Las cifras hablan por sí solas, que cada uno saque sus conclusiones.

La misma fuente ha previsto que, a pesar de todas las epidemias, catástrofes, guerras y demás calamidades que ayudan a controlar la población mundial, ésta alcanzará los ocho mil millones de habitantes a finales del año 2022. Sería difícil de imaginar la cifra a la que llegaríamos en un mundo ordenado, sin epidemias, catástrofes, violencia y , sobre todo, sin imbéciles.

Los que pertenecemos a esa generación que nació y creció en aquella España del “que empieza a amanecer” y que posteriormente evolucionó al “amanece que no es poco”, vemos que lo importante, lo verdaderamente importante, es que siga amaneciendo. Así, sin más.

Después, si tal; “vámola virando” que viene a ser; lo vamos viendo, poco a poco. 

 Partido a partido.

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