Se me abren los cuadrantes cuando leo o escucho que una persona de avanzada edad, a la que yo le llevo unos cuantos tiempos, acaba de irse al más allá por causa del coronavirus o por cualquier otra combinación relacionada con la ley natural de la caducidad que, como casi todas las leyes, no digamos ya las de nuestra querida naturaleza, son una cabronada, así, a palo seco, pero es lo que hay. Por lo visto, los mayores, faltaría más, somos terreno abonado para estas contingencias, y si además, tenemos papeletas de patologías previas, quien no, a estas alturas, y se nos ocurre carraspear, toser o estornudar en los ambientes, podemos llegar a ser o estar considerados como un verdadero peligro público con posibilidades de internamiento por cuarentena en cualquier instalación pública o privada hasta nueva orden, o hasta que la muerte nos separe.
Ahora que estamos en tiempos de análisis y de reivindicaciones de todo tipo, donde se cuestionan sistemas, términos y denominaciones que veníamos aceptando desde siempre sin que existiera ningún conflicto, o conflicta?, y ni sabemos ya cuándo el si es sí, pero no, o cuando el no es no, pero sí, terminando ya por no saber si reír o llorar, tendríamos que irnos mirando un poco esto de la edad avanzada, o avanzada edad, porque puede pasar como con el tren, que parece ser que no es lo mismo; alta velocidad, que velocidad alta, ya ves, y además, observo que con frecuencia este término se utiliza casi siempre de un modo un tanto peyorativo, porque da la sensación de que solo son de avanzada edad los que se van muriendo cansados y en silencio, sin relevancia ni aspavientos, y tal como va la expansión del virus, también sin funerales.
Nadie habla, por ejemplo, que los líderes políticos que se están dejando la piel y el dinero en la campaña para elegir al candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, son de avanzada edad, no, dicen, simplemente, que Joe Bilden cumplirá este año los 78, y Bernie Sanders, los 79 añitos de nada, dejando atrás en esa carrera a competidores más jóvenes, pero aquí no se habla de avanzada edad, edad avanzada, ni cosas por el estilo, porque la palabra avanzar, generalmente, tiene una connotación positiva; se avanza en la ciencia, en la ingeniería, en las comunicaciones, en la medicina, etc., pero cuando se refiere a la edad, ya me contarás, amigo, amiga mía. ¡Qué avanzar, ni qué avanzar, ni qué puñetas de la huerta, ni leches en vinagre¡ Porque. ¿Hacia dónde vamos avanzar los mayores, los viejos, incluso los ancianos, hacia dónde, eh? No me lo digas, amigo, no me lo digas, contéstame después de la publicidad.
Qué raros nos parecen estos políticos-millonarios americanos que invierten su dinero en su carrera política, raro, raro, raro, en otros sitios suele suceder lo contrario; utilizan su carrera política para después subirse a la noria o a la puerta giratoria que resulte más rentable para después, si tal, hacerse millonarios, es decir, justo al revés. De todas formas, con dinero o sin dinero, lo de la política se las trae, no te metas en política, decía su excelencia del Ferrol, no es fácil de entender estas luchas, estas guerras, sobre todo dentro de las mismas tendencias, de las mismas ideas, de los mismos proyectos o de los mismos partidos, donde lo único que consiguen es restar votos a las opciones que, con parecidos objetivos, tienen posibilidades de conseguir escaños.
Para las próximas elecciones gallegas del 5 de abril, en nuestra provincia de Ourense, que en cuarenta años ha perdido una población de más de 100.000 habitantes, (una ciudad importante) se presentan 13 partidos con 182 candidatos, tratando de conseguir alguno o algunos de los 14 escaños que tiene asignados a nuestra provincia el parlamento gallego. Tengo amigos e hijos de amigos que se presentan en distintas opciones a esta carrera para subirse al carro de la política, a todos les deseo mucha suerte, pero les diría que siempre, en las cosas de la vida, debemos de tener en cuenta el cálculo de probabilidades, hasta en la lotería, pero creo que no se le tendría que seguir facilitando la victoria a los que siempre la consiguen de la mano de la ya clásica consigna del divide y vencerás.
