Opinión

El dinero y la política

Desde que nacemos, la vida nos va enseñando que de una u otra forma, nos tenemos que ir buscando la forma de sobrevivir lo mejor posible en este complicado mundo, como hacen todas las especies con las que compartimos nuestro planeta. En los demás astros o satélites, si es que existe vida en ellos, al menos como nosotros la imaginamos, no sabemos cómo funcionará la cosa, pero supongo que habrá algún sistema parecido que, fundamentalmente, consistirá en ir consiguiendo aquellos productos y elementos imprescindibles para poder seguir respirando y conseguir cubrir las distintas etapas que nos puedan quedar en esta carrera de la vida en la que participamos todos, y todas, se me olvidaba, faltaría más, hasta que la muerte nos separe. 

A diferencia de los animales que llamamos irracionales, (por aquello de que no razonan, es un decir, porque en estos momentos de alarmas, cautiverios y desescaladas, puede herir sensibilidades) que se buscan la vida de una forma independiente desde que sus progenitores dejan de alimentarlos, aunque a veces cacen en equipo, los humanos, por el contrario, dependemos totalmente de nuestros vecinos para subsistir y alcanzar un nivel de vida más o menos confortable; investigando, estudiando, fabricando, trabajando o dándoles trabajo, comprándoles o vendiéndoles, enseñándoles o aprendiendo, cuidándoles, curándoles, asesorándoles o transportándoles.

 Nuestra vida, nuestro bienestar o nuestro malestar, dependerá de la relación que tengamos con nuestros semejantes. Únicamente un ermitaño, un solitario eremita que viva aislado de la comunidad, podrá considerarse verdaderamente independiente, los demás, aunque sea con mascarilla y guardando las distancias reglamentarias, necesitamos relacionarnos con nuestros vecinos y no digamos ya, con nuestras vecinas.

Como vemos, hay diferentes maneras de ganarnos la vida. Desde la época de los fenicios, el que tenía más ambiciones y carácter emprendedor, se montaba una empresa, contrataba a un determinado número de trabajadores y se ponía a fabricar algún producto o realizar alguna obra, comprar, vender, almacenar o transportar alguna mercancía y con esta actividad industrial y comercial se fueron generando puestos de trabajo, consiguiendo, al menos en algunas zonas, una sociedad estable, organizada, y con un nivel de vida aceptable. 

Los que no tenían tantas ambiciones y querían una existencia más tranquila, buscaban un trabajo por cuenta ajena en una empresa o en la administración pública, y los que se consideraban que estaban llamados a liderar a sus vecinos, se dedicaban a la política, en principio por vocación, porque realmente sentían en sus adentros esa necesidad de mejorar las cosas, pero lo que en principio, no podía competir económicamente con lo que se podía lograr montando un negocio, con el paso del tiempo, y con la ampliación de las tragaderas y la falta de respeto por la res pública, el dedicarse a la política, con los privilegios que tienen, y la pasta gansa que se meten pal cuerpo, ha resultado el mejor negocio que se pueda montar.

Las cuentas son muy sencillas; no voy a citar nombres pero, si sumamos lo que se embolsan puntualmente todos los meses, sin esperar a bonos ni tener que dar cuentas de resultados, algunos líderes, con sus respectivas parejas, porque esa es otra, antes las señoras no se apuntaban al pastel, pero ahora, no veas, las primeras, consejeras o ministras, unido a la colocación de amigos, amiguetes y parientes en puestos con altos emolumentos, no hay empresa que pueda competir.
Pero si seguimos así; cuando me toca a mí, meto a los míos, y cuando te toca a tí, metes a los tuyos, este país se tiene que ir a la mierda irremediablemente, porque en las nuevas generaciones ya no habrá Amancios Ortegas, ni Eduardos Barreiros, ni Coren, ni Cuevas, ni Aceites Abril, ni Robertos Verinos, ni Adolfos Domínguez, ni fábricas, ni nada, porque a las puertas giratorias de los unos y de las otras, solo habrá parásitos….y parásitas, eso sí, que no falte el género, génera.
En un país europeo, por ley, en las nóminas superiores, creo que a dos mil euros, (entrarían la de todos los políticos) se le han descontado automáticamente cien euros para esta crisis del coronavirus, con la aceptación entusiasta de la población. No creo que en cualquiera de nuestros múltiples parlamentos e instituciones se proponga debatir algún día una ley parecida, nuestros políticos tienen otras inquietudes. !Vaya por Dios¡ 
No es que seamos diferentes, es que somos gilipollas.

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