Opinión

Frivolidad

Se me ocurre decir, con la ayuda de algún diccionario, eso sí, que esta palabra; frivolidad, pretende expresar una tendencia, una intención o una voluntad de superficialidad, indiferencia o pasotismo, frente a situaciones que, si todavía nos queda alguna pizca de humanidad, solidaridad, caridad, compasión o vecinos, en este mundo de hoy, monetizado, insolidario y egoísta en que vivimos, entre locos, pirados y fanáticos, nos debieran inspirar, cuando menos, otros sentimientos mas profundos, quizás más dramáticos o más tristes, no sé, tal vez como el de ponerse a llorar en las esquinas, por ejemplo. 

Porque frivolidad, es marcarse una estéril batalla dialéctico-política entre que si soy la más progre o la más tradicional, la más femenina o la más feminista, la más moderna , la más liberal o la más abortista, que si la violencia es de género, machista, doméstica, de cocina, de salón o dormitorio, que si me piropean, me asedian, me acosan o similares dibujos, cuando el verdadero drama es el desprecio, el abandono y lo que es más habitual; la cómoda y llevadera indiferencia que preside nuestra existencia cotidiana y que da lugar a crear el ambiente propicio para que se pueda fabricar ese cóctel explosivo que surge al mezclar la puta miseria con la puta locura y que lleva a unos jóvenes padres a matar y enterrar en un huerto a sus niños de seis meses y tres años de triste y corta vida porque la sociedad en la que vivían no quiso mirar hacia a una barraca donde sabían que estaban durmiendo unos niños en el suelo y muriéndose de hambre, maldita sea, en un país donde se tiran toneladas de alimentos todos los días.

Porque frivolidad, es que ciertos responsables de los servicios sociales de muchos ayuntamientos e instituciones regionales o nacionales que, como son tan modernos, aconsejen practicar el aborto a desesperadas y desvalidas mujeres embarazadas , como la mejor solución para evitar el posterior infanticidio, cuando cientos de parejas pasan un calvario para poder adoptar un niño de China o de Ucrania. 

Porque frivolidad, es contarnos todos los días lo agradecidos que les debemos estar los ciudadanos porque, gracias a las medidas económicas decretadas, nunca mejor dicho, el personal vive mejor, tiene más dinero y es más feliz, al tiempo que nos solucionan el paro, la contaminación y los desenterramientos, adjudicándose de paso el sentido común y todas las bienaventuranzas humanas y divinas, cuando comprobamos cada mañana como los problemas no se solucionan con discursos ni promesas, ni volviendo a recurrir a los odios, rencores, venganzas, muertes y enterramientos del pasado, para compensar las deficiencias, chapuzas y miserias del presente, mientras los jóvenes, mayores y pensionistas muestran a diario su malestar y preocupación por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades.

Porque frivolidad, es declarar que no aceptan la ley porque no saben si la democracia es anterior a la ley, si el huevo lo es a la gallina, o el gel al champú, mientras viven confortablemente en sus casas sin miedo a que se le metan dentro los okupas porque confían en esas mismas leyes que ellos desprecian para que le vigilen su puerta, al mismo tiempo que cobran puntualmente sus gruesas nóminas y espléndidas dietas amparados en el mismo sistema que aborrecen.

No puedo evitar el recuerdo de un querido familiar, empresario en la época heroica de la posguerra, que decía de los que vivían del presupuesto, sobre todo, políticos, que “ chupaban del bote” para diferenciarlos de los trabajadores por cuenta ajena o autónomos. Los tiempos han cambiado y las cosas también paro tendremos que reconocer que sigue habiendo una gran diferencia entre el que vive pendiente de la supervivencia de su empresa, ya sea propia o trabajando en ella, del que vive organizando la vida de los demás desde las dependencias, foros o parlamentos de las instituciones públicas.

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