Opinión

Incertidumbre

Nunca lo tuvo claro, lo suyo era la incertidumbre, la duda, el no saber qué hacer, bueno, es lo normal, le decía su amigo Lucas que para él era el paradigma de la seguridad, gran deportista, responsable y encima buen estudiante. Eso nos pasa a todos, le decía, y a todas, tío, porque, como decía el San Agustín que en paz descanse; si pienso, dudo, no, no, tío, eso era el Descartes, que también se murió, tú, pero ahora no se lleva eso de desearle la paz a los muertos porque a veces no los dejan descansar aunque lleven setenta años en la tumba, pero también dudaba, sí, sí, ya lo creo, pero estas cosas son así, amigo, todos dudamos, tú, yo, y el otro, no te jode. ¿Quién no duda? Todos dudamos al enfrentarnos a una decisión, sobre todo si es transcendente, solo los animalitos, los niños y los imbéciles están seguros a tope de lo que hacen y no paran hasta que se estampan contra una pared, y encima se morirán repitiendo la clásica proclama de los tercos; que si volvieran a nacer, lo repetirían, pues vosotros mismo, mamones, tal cual, pero lo normal, lo lógico, es que dudes, tío, porque hemos comprobado a través de la historia que en ocasiones, a grandes afirmaciones le siguieron grandes fracasos, pero tampoco te pases ni te rayes, porque siempre estás igual, con las dudas de los cojones, dándole a la matraca todos los días desde la mañana temprano.

Más o menos, según estuvieran los ánimos, ésta era la conversación más frecuente que tenía con su buen amigo, más que amigo, hermano, Lucas. Nuestro protagonista, del que no voy a dar su nombre, no porque la ley de protección de datos me lo impida, no, no, qué va, ni mucho menos, sino porque, viendo el mundo en que vivimos, viendo este panorama de estupidez e intransigencia, donde la falta de cualquier tipo de moral y de educación puede resultar una ventaja, el personaje puede surgir en cualquier momento, en tu ciudad, en tu pueblo, o en tu trabajo, porque nunca como ahora se ha premiado tanto la ignorancia, la falta de escrúpulos y de educación que con demasiada frecuencia pueden llegar a representar una ventaja frente al educado, el trabajador y el responsable. 

Pero las dudas seguían, su amigo Lucas también dudaba, pero en su caso el dilema era muy simple; no sabía si estudiar derecho como le aconsejaba su padre; el derecho sirve para todo, le decía, aunque solo sea para no decir tantas burradas, aunque hay quien las dice igualmente, o ingeniería informática, que también sirve para todo, es el futuro, según su madre. Pero las dudas de nuestro protagonista eran distintas, más profundas, no se trataba de elegir, ahora que se disponía a ir a la universidad, entre estudiar una cosa u otra, en ese aspecto lo tenía claro, lo suyo era la filosofía, sí, eso que sirve para reflexionar, para ver si merece la pena, si compensa el sacrificio de todas las mañanas hasta instalarse en su silla de ruedas, o rendirse, tirar la toalla, por eso sus dudas eran más contundentes; eran sobre morir o seguir viviendo.

Cada vez que escuchaba hablar de eutanasia, y lo hacía con frecuencia, porque es un tema que los políticos están empeñados en resolver, no podía evitar acordarse de Ramón San Pedro y sus años de lucha para conseguir el derecho a lo que él llamaba una muerte digna, pero Lucas y sus compañeros de instituto le decían que no había que relacionar su dolencia; esa enfermedad rara, cabrona, que le permitía hablar, escribir o estudiar, pero no andar o correr que es lo que se hace a los 17 años, con la muerte. De los más de tres mil suicidios que se producen en España todos los años, más que a consecuencia de los accidentes de tráfico, muy pocos se movían en silla de ruedas.

Habrá otros muchos, pero el caso más conocido y contrario al de Ramón San Pedro, era el de Stephen Howking, ese científico británico, siempre en su silla de ruedas, fallecido en el año 2018, que con muchos más problemas físicos, que ni hablar podía el pobre, a diferencia de Ramón, que hablaba perfectamente y lo hacía muy bien, tenía más proyectos que un niño de diez años, entre ellos, el de subir al espacio si lo dejaran, por lo que no tenemos que buscar motivos para morirnos, dejemos que las cosas fluyan a su aire, no nos contagiemos de esos que piensan que tienen soluciones para todo y que el derecho a decidir incluye también el poder hacerlo sobre la vida y la muerte. Siempre hubo charlatanes y canta mañanas, pero ni caso, en estos temas será mejor que nos quedemos con la incertidumbre. 

Te puede interesar