Opinión

Indecisos, y tal vez resignados

Según dicen los que se dedican a estas prospecciones; aunque me quedaré sin saber de dónde consiguen sacar esa información, a mí nunca me lo preguntaron y si lo hicieran algún día, en el mejor de los casos, y siempre que no tuviera un día de esos preguntones. ¿Y para qué? Le contestaría con algo que se pareciera al clásico, “no comment”, “xa me entendes”; el 40% de los que iremos a votar el próximo día 28 estamos indecisos y, aunque esto no lo mencione la encuesta, es posible que también estemos un poco resignados, no sé si me explico, viendo la deriva de los acontecimientos, dejando para el último minuto la decisión del voto, sin descartar que, en algún momento, se me ocurriera utilizar el viejo y rudimentario sistema del saco, ya sabe; aquel en que se meten en él la mitad de las papeletas, ojo, no digo todas, digo la mitad, porque ya sabemos que esto va siempre del medio al medio, y sacar la que aparezca primero al azar, porque realmente es difícil acertar en esta complicada quiniela política.

La cosa debiera ser siempre de elegir personas, no partidos, porque sabido es que en toda comunidad hay gente que se refugia en un grupo para camuflar sus verdaderas intenciones dándole igual que sean de una ideología o de otra, como el conocido caso del “rey del cachopo” que terminó asesinando a su novia hace unos meses. Era el clásico “cantamañanas” que entre sus andanzas personales, pasó de afiliarse a Falange, a integrarse en Comisiones Obreras, le daba igual. Ya sé que es un caso aislado, y que la gran mayoría que se presenta a las elecciones lo hace por vocación y en muchos casos sacrificando su tranquilidad y bienestar personal, pero éste es el verdadero peligro de la democracia, porque hay otros que no cumplen los mínimos requisitos intelectuales y morales para que le podamos confiar nuestro voto, pero que se refugian en un partido que les da cobijo.

De todas formas, me parece exagerado ese porcentaje de indecisos que dan las estadísticas; más bien la incertidumbre se referirá a la indecisión dentro de una misma tendencia, es decir, la cosa va siempre mitad por mitad, es inevitable, siempre es y será así, es algo natural que estemos eternamente divididos al 50%, esto lo organiza así la naturaleza que ya sabemos como se las gasta. No creo que los indecisos estén dudando entre votar a Vox, o votar a Podemos, sino entre los afines a unos y los afines a otros, alguno habrá que se pase de extremo a extremo, pero no creo que sean muchos, las posturas están decididas desde origen, algo así como si lo llevaran impreso en su ADN y en muchos casos está claro que son heredadas y siguen fielmente las ideologías y tendencias de sus mayores.

Lo que sí está necesitando urgentemente todo este tinglado del sistema electoral, es un profundo cambio en todos los aspectos. La inteligencia artificial, nuevas tecnologías y los automatismos, debieran estar más presentes en estos tinglados y sustituir a tanto despilfarro en la publicidad tradicional que nos recuerdan tiempos ya muy pasados con ciudades y pueblos empapelados, millones de cartas y de carteles, mítines y debates en donde unos y otros nos dicen que todo lo van a solucionar si son los elegidos; la economía, pensiones, el paro, el cambio climático y lo que haga falta. Muy original.

Se anuncian dos intensos debates televisivos entre los principales protagonistas de esta reñida campaña que, según dicen los entendidos, pueden ser decisivos para el resultado de estas elecciones. En estas contiendas, como si de una película del lejano Oeste se tratara, se comenta que ganará el que dispare, perdón, hable más rápido y el que tenga más reflejos.

¿Qué pasaría si en un futuro, ahora que tanto hablamos de igualdad de derechos y oportunidades, tuviéramos un candidato/a que fuera mudo o tartamudo? Estoy seguro que las nuevas tecnologías nos permitirían a todos entenderle y quizás votarle, porque seguramente sería el que aportara la mayor dosis de humildad que tanto echamos de menos.

¿Por qué no? Tal vez fuera mi favorito. Sabido es que el que mucho habla, mucho hierra.

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