Opinión

Papá, ven en tren

Es triste, pero hoy no se podría reproducir este viejo slogan en los medios de comunicación actuales, con el que Renfe nos invitaba a viajar en tren en los años setenta del pasado siglo, porque, por lo menos, y en el mejor de los casos para evitar contenciosos, tendríamos que añadirle; y mamá también, dada la guerra abierta entre los genéricos, genéricas, igualdades, ” igualdadas”, desigualdades, “desigualdadas”, progresistas y ya no sé qué más leches. Vaya por dios y con dios.

Hay cosas que podemos cambiar o, por lo menos, intentar cambiarlas, tratando de corregir los obstáculos que la naturaleza, dios, el destino o quien a usted le parezca mejor, ha puesto en el camino de nuestra vida desde que damos nuestros primeros pasos, pero hay otras que tendremos que admitir que no vamos a cambiarlas por mucho que nos esforcemos, porque al final, las leyes de la naturaleza y sus socios, se van a imponer siempre con sus inexorables y contundentes sistemas que consisten en que, por ejemplo, el que desafía, consciente o inconscientemente a la ley natural de la gravedad y se empeña, quizás pensando que podía volar, en tirase por la ventana desde un décimo piso, lo mata directamente siempre, sin excepciones, perdones ni conmutaciones. Es que fue sin querer, no sabía, lo siento, no volveré hacerlo, nada, nada, lo mata, pues R.I.P.

Si proyectamos una carretera o una línea de ferrocarril, para ir de un punto a otro, y nos encontramos con una montaña, tenemos dos opciones; dar un rodeo y bordearla o, si tenemos los medios adecuados, hacer un túnel que la perfore, buscando la línea recta ya que las curvas juegan en contra de la velocidad. 

El trazado de la línea de ferrocarril entre Ourense y Vigo, transcurre hasta Guillarei, bordeando el cauce del rio Miño, en muchas ocasiones a escasos metros del agua. A finales del siglo XIX que es cuando se construyó este ferrocarril, hacer un túnel, era una obra de titanes, si nos molestamos un poco en ver un mapa de la zona, siguiendo la recomendación del Sr. Vázquez-Monxardín, en cualquier pantalla (hoy, quién lo diría, hasta en el teléfono lo podemos comprobar) veremos que con unos pequeños túneles, nada que ver con algunos proyectados, larguísimos, absurdos y perfectamente prescindibles, se podrían suprimir numerosas curvas en este trazado, acortando en gran medida su recorrido.

Tengo que reconocer que nunca he viajado en tren de Ourense a Vigo, porque ya en la época del 600 era más rápido hacerlo por carretera, pero si acondicionamos el trazado, por la misma zona, a los tiempos actuales, el tren sería el medio de transporte ideal ya que, sin hablar de alta velocidad, podríamos viajar entre las dos ciudades, con algunos trenes sin paradas intermedias, en poco más de media hora, es decir, treinta minutos, con lo que disuadiría a muchos conductores a utilizar sus vehículos, por rapidez, economía, seguridad y contaminación.

Pensemos en un tren de cercanías que comunicara las poblaciones del precioso valle del Miño: Ribadavia, Arbo, As Neves, Salvaterra, Caldelas, Guillarei, (conexión con Tui, Portugal) Porriño y desde aquí, una variante, ésta sí que sería lógica, porque acortaría distancias y suprimiría curvas, evitando la vuelta por Redondela y Rande, al contrario de otros proyectos que lo hacen justo al revés; alargando, y mucho, el recorrido y generando nuevas curvas. En este caso, dirigiéndose directamente a Vigo, mediante un túnel que pasaría por debajo del aeropuerto de Peinador, donde podría ubicarse perfectamente una estación, con lo que Ourense tendría el aeropuerto, en un tren sin paradas intermedias, en poco más de veinte minutos.

Volvamos al mapa, por favor, verán que no es descabellado, en todo caso, sería un tema para el debate entre los ciudadanos y no para que lo decidan en lejanos despachos de bancos, partidos o constructoras. No entiendo cómo el Sr. Jácome y otros políticos tan ocurrentes no lo han llevado en sus programas, no todos los días aparece un aeropuerto, sería mucho más interesante, lógico y rentable, no digamos ya para el medio ambiente de la agenda 2030, que otros muchos proyectos que no sabemos para qué sirven. 

O tal vez sí lo sabemos.

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