Opinión

Podría ser la gran jugada

Desde que en la carrera de los espermatozoides hemos llegado los primeros, todo, por mucho que algunos y, sobre todo, algunas se empeñen en arreglar este complicado tinglado en que está basado nuestra existencia en este mundo, viene marcado por una seria de jugadas que se van sucediendo a lo largo de nuestra vida y que, como en cualquier deporte (fútbol, tenis, canicas o ajedrez), unas veces salen bien y otras mal, unas veces ganas y otras pierdes, unas veces ríes y otras lloras, unas veces vives y otras mueres.

No solo en el deporte, tanto en el mundo de la política como el de los negocios, que cada vez van más de la mano, las jugadas están a la orden del día y, como sucede en el deporte, unas son legales y las aceptamos todos, y otras están basadas en las trampas y en la ocultación y funcionan durante un período de tiempo, pero un día, por unos motivos o por otros, salen a la luz esos “negocios” y se arma el follón. 

Estoy seguro que todos los protagonistas de estos “afaires”, a todos los niveles, no los hubieran llevado a cabo si pensaran que llegaría el día en que se descubrieran esos manejos. Ni el rey Juan Carlos llevaría esa doble vida que solo sabían unos cuantos allegados y que al final de su vida le ha llevado al exilio, ni el Tito Berni hubiera organizado esas movidas que lo expulsaron del Congreso, ni el teniente general de la Guardia Civil se hubiera pringado, ni el funcionario de Cantabria de obras públicas se hubiera comprado la máquina de contar billetes que le pillaron en su casa, si tuvieran la más mínimas sospechas de que esas actividades delictivas saldrían un día a la luz. Todos hubieran actuado de otra forma, todos hubieran cambiado su jugada, si supieran el final de la película. 

Cuando al general argentino Fortunato Galtieri se le ocurrió invadir las islas Malvinas en abril de 1982 sin apenas encontrar resistencia de la escasa guarnición británica que las defendía, tal vez podría haber sido una gran jugada que hubiera obligado a negociar la soberanía de las islas, si en aquellos tremendos días, esperando la llegada de la armada británica, el general, en lugar de enfrentarse en aquella rápida y cruenta guerra que en pocos días terminó con la vida de casi mil soldados entre los dos ejércitos, se hubiera retirado pacíficamente de las islas con la condición de negociar su soberanía. Casi seguro que hubiera sido una gran jugada, y no sería extraño que hoy las Malvinas fueran argentinas, pero la película terminó de otra forma mucho más triste: fortaleciendo la soberanía británica y ocasionando la muerte de muchos jóvenes soldados argentinos y británicos, más que por las respectivas patrias, por no haber sabido plantear una buena jugada.

En estos días se habla mucho de Ferrovial, una gran compañía española que ha planeado un cambio de sede a otro país europeo, a Holanda. El primer problema es pertenecer a un club en el que cada país actúa, en cierto modo, en contra de otro. Como pasa siempre, puede ser una buena o mala idea, depende, que sabrán ellos ( los que tienen el poder de decidir), porque lo único claro que tenemos todos los días son los errores y los fracasos, en todos los órdenes y en todos los aspectos. Errores y chapuzas por todos lados, personas, empresas, legisladores y gobernantes se equivocan, no dan una. Tal vez no sea con mala intención, pretendían hacerlo bien, hacer una buena jugada, pero no, quieren evitar las violaciones pero consiguen que haya más; quieren generar riqueza, pero hay más miseria; quieren mejorar y ganar más dinero cambiando de sede social, pero no saben el final de la película.

Hasta ahora la jugada puede ser buena, está claro que la gran mayoría comprende el malestar del mundo empresarial con este Gobierno que humilla y desprecia a los empresarios que son precisamente los que generan los recursos con los que pueden seguir cobrando sus gruesos salarios. Bien, de acuerdo, es un aviso, una advertencia a estos gobernantes que deben cambiar de actitud si no quieren que otras empresas sigan el mismo camino, pero, ahora puede llegar la gran jugada, la que haría Galtieri si hubiera tenido otra oportunidad, aprovechen los días que faltan hasta la junta de accionistas, por muy controlada que la tengan, para cambiar de idea. Ferrovial no puede depender de este Gobierno, es algo más.

Podría ser la gran jugada.

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