Opinión

No somos el alcalde, pero lo elegimos

En unas recientes declaraciones del Sr. Alcalde de Ourense, Don Gonzalo P. Jácome, que leo en La Región, decía, a propósito de su no asistencia a una reunión convocada por la asociación de comerciantes de la Plaza de Abastos de la Alameda, que ya asistiría a una reunión, “cuando nosotros la convoquemos”. Es decir, cuando la convoque él, en modo plural mayestático. Olé, olé y olé, como sus majestades. Para que nos vayamos entendiendo.

“Se creen que ellos son el alcalde”, decía al respecto. Es obvio, tiene razón Don Gonzalo, ándale wey pues, el alcalde solo lo puede ser una persona, no trino, como otras, de acuerdo, por lo que nosotros, en modo plural ciudadano, no podemos serlo, eso está claro, es de cajón, pero en cierto modo, podemos decir que, al ser los únicos que tenemos la potestad de poder elegir a un alcalde, nos podamos permitir esa ficción y decir que, en cierto modo, somos el alcalde, el próximo alcalde, ya solo nos falta aprender a votar bien de una vez por todas. Por eso, ante el hecho de que nos podamos creer el alcalde, podríamos decirle que sí, Don Gonzalo, en efecto; nosotros, los ciudadanos, en el fondo, sentimos que somos el alcalde, porque trataremos de elegir bien al próximo.

Cómo las vacas marelas, el sentidiño y la morriña gallega, es muy “ tipical” del país y, por desgracia, muy habitual, el oscurantismo y la falta de información de un proyecto público como éste de la reforma de la Plaza de Abastos, cuando lo normal es que, a estas alturas de la tecnología, cada actuación de cierta importancia, tendría que tener una página web a disposición de los ciudadanos donde en todo momento se pudiera consultar la información y los pormenores del proyecto con sus planos, distribución de puestos, accesos, etc., y poder ir aportando ideas y sugerencias entre todos para lograr el mejor resultado, porque es un proyecto para la ciudad, para todos nosotros, uy, se me olvidaba; y para nosotras.

Debiera ser obligatorio por ley que cualquier adjudicación de una obra pública de cierta importancia, estuviera acompañada de una página con toda la información sobre ese proyecto y al alcance de todos. Tendría que ser una de las cláusulas del contrato que habría que exigir para la adjudicación de una obra pública. Por poner un ejemplo de una obra actual que afecta a mucha gente, cualquier ciudadano, podría estar viendo en estos momentos en su pantalla la marcha de las obras que se están haciendo en el túnel de O Folgoso; el ritmo de trabajo, las condiciones en que se hacen o los materiales que se emplean y con ello poder entender la tardanza en su reapertura. Habrá que distinguir perfectamente de una vez, cuando estamos ante un proyecto que se realiza con dinero público y que las circunstancias de la obra nos afectan directamente, de otro proyecto privado, por ejemplo, para la construcción de un chalet particular en una playa cualquiera. Pero aquí puede pasar lo contrario, que existan más requisitos y más controles para un proyecto de una obra privada que en el de una pública. El mundo al revés.

En este proyecto de las obras de la plaza de Abastos, cuesta creer que no exista compenetración y entusiasmo entre las partes interesadas; la asociación de comerciantes que preside, Emilio González, que son los verdaderos protagonistas, intentando conseguir la viabilidad económica de sus negocios en estos tiempos tan complicados, y los responsables de las administraciones públicas, para conseguir el mejor resultado. Todos estamos interesados en que sea una obra emblemática, en un edifico histórico y en el centro de la ciudad, con acceso directo al parking público de la Alameda mediante un pasillo o escalera mecánica que lo conecte directamente con la Plaza, algo imprescindible en cualquier centro comercial de hoy. 

Pero por desgracia, no existe esa compenetración ni ese espíritu de colaboración tan necesario para conseguir el mejor proyecto, trabajando en equipo y poniendo lo mejor de cada uno en el empeño, al contrario, da la sensación de que siempre se va buscando la forma de poner algún que otro palo en las ruedas. Según leemos también en La Región, en una pequeña nota; existe una sensación de inquietud y preocupación por lo que pueda ocurrir “el día después” de haber terminado las obras de la Plaza de Abastos nº 1 de Ourense. Entonces, apaga y vámonos.

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