Opinión

Tergiversar para seguir confundiendo

La RAE define esta curiosa palabra, tergiversar, como el hecho de dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos. Más o menos será así, viene de atrás el asunto, ya mi tocayo, Ramón de Campoamor, decía aquello de: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. / Todo es según el color, del cristal con que se mira”. Bien, de acuerdo, es antiguo el problema, pero ahora, entre las chorradas, “fake news” con perdón, y las tradicionales mentiras podridas, el personal ya no sabe distinguir entre una crítica constructiva, o un insulto, entre la libertad de expresión o una blasfemia, o confundir la resignación y la compasión, con el consentimiento y la aprobación.

La confusión y la mala leche se unen en un cóctel que impregna el lenguaje de los políticos que ha contagiado la forma de expresarnos a nivel de calle, en todos los sectores, en todos los géneros y en todas las edades, consiguiendo que ya no sepamos muy bien cómo hablarle (sobre todo cuando tenemos tantos idiomas) a un niño ni a un adulto, y ya no digamos a una adulta, sin saber si el sí es sí, o es un sí y medio, con cuarto y mitad y con tendencia al no, si acaso quedamos un día, tía, o me estás vacilando, o quizás el norte sea el sur, o el cielo sea el mar y tal vez se equivocaba la paloma del Alberti, o me estás desorientando y confundiendo mis esquemas, que terminaremos por no hablar por temor a que se nos mal interprete, maldita sea mi suerte, lamentando no tener los sistemas de comunicación que tienen el resto de los animales con sus coces, rebuznos, gemidos y movimientos de orejas y rabos, con los que compartimos nuestro querido y peleado planeta, por la gloria de mi madre. Cada día se habla menos y se vocea más.

En unas declaraciones televisivas del alcalde de Vigo, sr. Caballero, decía, textualmente, que el sr. Feijóo no quería que el AVE llegara a Vigo, así, como suena, tal cual, a palo seco, esto es un ejemplo de tergiversación del leguaje y de los sentimientos, porque ya no es solo que sea una interpretación forzada o errónea, es que tiene mala leche, simplemente, porque estoy seguro que el sr, Feijóo, como casi todos, queremos que el AVE llegue a Vigo cuanto antes, por supuesto, lo que tal vez no estemos de acuerdo, es que ese viaje se tenga que hacer por Cerdedo, atravesando parajes inhóspitos y deshabitados, entre interminables túneles y viaductos, cuando lo normal es que el tren sirva para comunicar a la gente, a los humanos que habitan en las poblaciones que, generalmente, están ubicadas en los valles, y en este caso concreto, además de poder tener un enlace rápido entre Vigo y su aeropuerto con nuestra ciudad, lograr, al mismo tiempo, una comunicación rápida, enlazando en Guillarey con el AVE portugués, con las importantes ciudades del norte de nuestro vecino país. Esto no se consigue llevando el tren por parajes donde habitan otras especies, muy respetables todas ellas, pero que no necesitan viajar en el AVE.

Tergiversar el idioma es decir que se está insultando a una persona que va en silla de ruedas, cuando lo que pasó es que no supo expresarse mejor. Vamos a tener que empezar a definir los insultos; por ejemplo, cabrona, desgraciada, etc, eso es un insulto. Tergiversar las palabras es poner a parir a una persona, por muchos defectos que tenga, y los tiene, el tío, de verdad, diga que respeta la libertad de expresión de una parlamentaria en el Congreso de los Diputados, para decir que volverá a delinquir, con que esté de acuerdo y respete la comisión de ese delito, son cosas distintas.

 Por lo visto en el Parlamento se puede decir tranquilamente que fulanito o fulanita va matar a un sujeto o a una sujeta, o ciscarse en su señora madre, bien, no, mal, pero va y lo respeta, tú, respeta que lo diga, simplemente, por aquello de la libertad de expresión que nos confunda, lo que no respeta ni lo admite es que lo mate, ni que se cisque, eso no.

Sutilezas del lenguaje, por eso que no debemos tergiversar. Para nada,

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