Opinión

Las últimas consecuencias

Estamos acostumbrados a oír con cierta frecuencia estas palabras pronunciadas alegremente por algunos personajes o personajillos  que se sienten llamados por el destino, al tiempo que van sobrados, en plan chulo, que dirían los castizos,  y que no aceptan el sistema establecido  con el que intentamos organizar nuestra convivencia. El actor Willy Toledo, después de dos requerimientos, no se presenta en el juzgado correspondiente que lo había citado,  como haríamos el común de los ciudadanos en cualquier país civilizado, sabedor de que esta decisión no solo no le va a ocasionar perjuicio alguno, si no que, al contrario, le va a proporcionar una magnífica oportunidad para darse un baño de popularidad y lucimiento entre sus admiradores, esperando tranquilamente en su casa a que lo lleven detenido. 

Qué fácil es decir que se está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, sabiendo que no le va a pasar nada, es más, se lo va a montar a lo grande con periodistas y seguidores recibiéndole con aplausos a las puertas de los juzgados. Qué valiente. Qué falta de respeto a los muchos que de verdad se vieron obligados a pronunciar en otros tiempos estas fatídicas palabras, porque en efecto; ellos sí que llegaron a las últimas consecuencias, es decir; murieron, porque la realidad es que solo hay una última consecuencia: La muerte, esto es lo máximo que se puede arriesgar, lo demás son florituras, postureos y mariconadas, pero ese dramático desenlace final es lo que realmente  encontraron en su día los que desafiaron a las fuerzas del orden, cuando éstas tenían licencia para matar, como todavía sigue pasando en otras latitudes. 

Es una triste frivolidad, tergiversar el lenguaje intentando cambiar el significado de las cosas, cuando todos sabemos el drama que han vivido realmente los que sufrieron de verdad esos dramáticos episodios. La memoria histórica no solo está para desenterrar a los muertos, también lo está para indignarnos cuando se habla tranquilamente de presos y exilados políticos en un país en los que existieron lamentablemente, de verdad y en abundancia, las dos figuras, pero cuando los presos eran torturados, y a los exiliados no se les pagaba sus mansiones con fondos del presupuesto nacional para que puedan recibir a sus amigos, brindar por los éxitos obtenidos, desafiar al estado y dar conferencias de prensa.

Pero, sin remontarnos a tiempos ya muy pasados, todavía hoy en día, el Sr. Willy Toledo tiene la oportunidad de poder hacernos una exhibición de su valentía y demostrarnos hasta que punto está dispuesto a arriesgarse y llegar de verdad, a las últimas consecuencias; ya que estos de Alá no se andan con chiquitas; acercándose a Riad (Arabia), por ejemplo, y repitiendo allí ante su equivalente, las ofensas que dedicó aquí a nuestro Dios. Lo tiene fácil, tan solo necesita unas horas de avión, pero no creo que se lo plantee, es más sencillo quedarse aquí , en esta sufrida tierra nuestra, insultando y ofendiendo gratuitamente a todo Dios, en el más amplio sentido de la palabra, al abrigo del sagrado derecho a la libertad de expresión y sobre todo, a la paciencia de la inmensa mayoría de los ciudadanos que vamos por la vida tratando, no ya de ofender ni de insultar a nadie, sino de hacer todo lo posible para que tengamos el país libre, tolerante y pacífico que todos deseamos.

Afortunadamente, a “estrellas” como éstas; los Toledo, Valtonyc, Hasel y otros que han visto en los insultos, ofensas y provocaciones, la manera de ganarse la vida, porque, increíblemente, tienen seguidores que los aplauden y en último caso, siempre les quedará Bélgica; las tenemos controladas, son pocas, les podemos, es más, hemos aprendido a convivir con ellas después de tantos años en que por un simple y pequeño insulto, incluso una mirada, fue suficiente motivo para un desenlace fatal. 

Cuando yo era niño, hace años, eso sí, en mi pueblo, Bentraces, en el bar de la carretera, uno que estaba jugando a la brisca, de repente se le ocurrió exclamar: ¡Viva Rusia!… y le pegaron un tiro, simplemente. Era lo que se llevaba, estaban de moda los tiros. 

Es decir, confirmo; de acuerdo en que vivamos en libertad, incluso con esta gente, ya nos hemos acostumbrado, no se exilien, por favor, pero no nos hablen de llegar hasta las últimas consecuencias, sería como si nos dicen que se van a poner a torear con toros de cartón.

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