Los talibanes afganos han tardado tan solo nueve meses a volver por donde solía y ha instaurado la obligatoriedad para las mujeres de que lleven el burka, de que vuelvan a encerrarse en su cárcel de tela, de que vuelvan a ser personas de segunda que tiene que salir acompañadas de un varón de la familia. Es la vuelta a la Edad Media, de un país que a ratos ha vislumbrado una cierta normalidad para volver a vivir bajo una concepción rigorista del islam. El burka es un anticipo de otras actuaciones contra las mujeres en determinados países como las asesinadas en Pakistán, dos hermanas que vivían en Tarrasa, obligadas a casarse con dos primos en un matrimonio forzado al que se oponían. Se negaron a llevar un burka sentimental y su propia familia organizó su asesinato en un crimen de honor tan medieval como la vestimenta que deben llevar las afganas. Las hermanas de Tarrasa, que habían vivido en libertad, quisieron hacerla valer y encontraron la muerte a manos de talibanes.
