Opinión

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El presidente de Estados Unidos es de los que utilizan la brevedad de Twitter para dirigirse a sus compatriotas y al mundo, urbi et orbi. Le ha tomado gusto al pajarito porque es el típico mandatario USA que no sabe andar y mascar chicle al mismo tiempo, pero es un maestro de la manipulación. Trump no solo miente en muchos de los tuits que publica sino que pretende que sus mentiras sean consideradas verdades que no necesitan ser contrastadas. Eso es lo que ha hecho Twitter con dos de sus tuits a los que le ha aplicado por primera vez la apostilla de “fact chek”, porque los editores no están seguros de la veracidad de lo que cuenta. Trump defiende su derecho a mentir como una extensión de la libertad de expresión. Cuando se trata de la posverdad, de los hechos alternativos, la libertad de expresión entra en un conflicto que ha de resolverse por la vía de los hechos: frente a una presunta mentira nada más liberador que buscar datos fiables. Y el derecho a mentir no aparece en ninguna declaración de derechos humanos.

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