Opinión

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Es una lástima que los expresidentes del Gobierno muestren su fibra de hombres de Estado cuando han abandonado la política activa y hayan sido políticos de andar por casa cuando eran inquilinos de La Moncloa.  El último jefe del Ejecutivo del PP, Mariano Rajoy acaba de afirmar que “conviene” que los dos grandes partidos que han gobernado España durante los últimos cuarenta años se pongan de acuerdo y que cedan en sus posiciones cuando el interés general lo demanda.

Lástima que no pensara igual cuando se produjo uno de los momentos más delicados de la historia nacional de los últimos años, la mayor crisis económica de la democracia, y lejos de “arrimar el hombro” uno de sus ministros dijo aquello de que había que dejar que se degradara la situación que ya la arreglarían ellos –con el coste de todos conocidos- y él ni se despeinó, o como cuando frustró en el último minuto un pacto de Estado de Educación.  Cinismo o amnesia se llama esa figura.

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