Opinión

Desescalar

El pequeño comercio y la hostelería tenían permiso para comenzar a abrir desde el lunes en determinadas condiciones que han ido relajándose por la presión de sus organizaciones. ¿Y qué ha pasado? Pues lo esperable, que muchos de ellos no han levantado sus cierres porque porque las ventas no iban a cubrir los gastos de apertura. Como diría el ínclito Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”. El mercado que según los apóstoles del liberalismo se rige por una mano invisible. Pero en esta ocasión parece que esa mano se le ha ido y que frente al laissez faire la gente ha preferido el laissez passer, y, en efecto, ha dejado para mejor ocasión acercarse a comprar aquello que no es de primera necesidad y preservar su salud. No porque no lo necesite, sino que puede pasar sin ello unos pocos días más y comprobar que tiene menos posibilidades de contagiarse. Tanta presión para abrir cuanto antes para luego no abrir. Tanto pedir libertad y fuera restricciones para luego seguir acogido, el que pueda, a las ayudas de papa Estado que genera menos pérdidas que el libre comercio. Por cierto, abrir o cerrar nunca es obligatorio.

Te puede interesar