Opinión

Despidos

Al flamante Carlos III le están fallando las formas desde el primer momento. Y las formas son la esencia de la monarquía dado que su fondo es muy limitado, constreñido por los mandatos constitucionales. Además de los gestos para que le retiraran un tintero que le molestaba -en cierto modo comprensible porque realmente molestaba, pero podría haberlo hecho con otros modales-, ha decidido prescindir de un centenar de sus colaboradores que trabajaban en su domicilio oficial Claridge House. Y una vez más las formas. Que se conociera la intención del rey cuando aún no ha decidido cuál será su residencia oficial y mientras se oficiaba la ceremonia religiosa de “acción de gracias” con el cuerpo presente de Isabel II en la catedral de St Gilles de Edimburgo, no parece el momento adecuado para prescindir de colaboradores que se han dejado la piel en mantener las finanzas y la imagen de Carlos cuando era príncipe de Gales. Puede entenderse que muchos de sus colaboradores se solaparán con los de Buckingham Palace, pero también despedir de otra forma.

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