Opinión

El lado equivocado

Anne Brokenbrow, una ancianita de 104 años residente en un geriátrico de Bristol (Gran Bretaña) verá cumplido uno de sus últimos deseos y será arrestada y esposada por la policía. A su edad una de las pocas cosas que le queda por hacer es sentirse “en el lado equivocado de la ley” y mañana será detenida por unos no menos amables agentes de policía. Sin embargo, nadie hay tan beatífico como para no haber traspasado en algún momento la delgada línea roja que separa la legalidad de la ilegalidad.

Cosa distinta es haber burlado la ley y que nadie se haya dado cuenta, o que no te haya pillado el ministro de Hacienda de turno realizando ingeniería financiera para distraer dinero al fisco. Para estar en el lado equivocado de la ley no hace falta ser un probo atracador ni convertirse en narcotraficante. A su edad y en el establecimiento donde se aloja si quiere realizar un acto de rebeldía que la ponga fuera de la ley haga como Mafalda y niéguese a tomar la sopa.

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