Cuándo éramos más jóvenes y no habían proliferado los viajes a paraísos exóticos, los niños practicaban el buceo con gafas que se empañaban o a las que había que limpiar el cristal con saliva para intentar que no ocurriera, y se acompañaba de un tubo para perseguir pececillos cerca de la orilla o entre las rocas si se era ya adolescente. La tecnología y el lenguaje avanza o se contamina una barbaridad, ya no se bucea sino que se practíca esnórquel y las gafas han sido sustituido por unas máscaras acompañadas del tubo que mejoran la facilidad para respirar con la cabeza sumergida.
Como la necesidad agudiza el ingenio, los médicos de las uniddes de cuidados intensivos, se han dado cuenta de que esas máscaras pueden ser conectadas a los respiradores y servir para ayudar a la curación de los contagiados, mientras que los servicios de emergencias las pueden utilizar como parte de sus equipos de protección individual. Las tiendas de deporte Decatlhon han decidido suspender las ventas de estos artilugios para que queden a disposición de los servicios sanitarios que los pueda necesitar. Otra decisión de una empresa privada digna de elogio para frenar la pandemia.
