Opinión

La bola

La bola se escapó y había que llevarla al redil. Pero los malpensados han preferido ver algo raro cuando el operario, que tenía una cámara encima capaz de detectar cualquier tipo de truco de prestidigitación, la ha introducido en el bombo. Si Loterías hubiera querido hacer trampas habría fichado un mago de esos que hacen trucos que demuestran que las manos son más rápidas que la vista. Las teorías de la conspiración tiene buena prensa entre algunos. Ocurre que para darles validez ha tenido que pasar algo que por lo menos alimente la sospecha. Nadie de quienes han dicho que podía haber trampas en la introducción de la bola con la mano han visto consecuencias raras de ese acto. El sorteo del Gordo de este año ha sido tan inmaculado como todos los anteriores aunque exista la tentación de enmarañar uno de los asuntos sobre los que existe un consenso total, que el azar es el único elemento determinante en la asignación de premios.

La presión de las redes sociales obligó a Loterías y Apuestas del Estado a deshacer el entuerto. Habrá quien lo vea como un gesto de transparencia. Más bien es una prueba del tiempo que se pierde en explicar lo evidente.

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