Opinión

Fuego en el mar

Es una constatación empírica del cambio climático. Cuando cualquier veraneante habitual en la costa mediterránea haya metido un pie en el agua este verano habrá comprobado que casi se quema, que en zonas próximas al Estrecho con el agua tradicionalmente tan o más fría que en el Cantábrico, el agua no quita el calor. Con el Mediterráneo a treinta grados y con los expertos demostrando que la temperatura de su agua crece tres veces y media más rápido que en otros mares no hay dudas acerca de que algo pasa. Suben las temperaturas, las medusas son más, y más grandes, mueren las praderas de posidonia, llegan especies invasoras. Las sucesivas olas de calor que han hecho de julio el más caluroso desde que hay registros recientes también se han trasladado al mar. Y si en tierra han proliferado los incendios descomunales más difíciles de apagar por la ola de calor, el Mediterráneo también se ha puesto a hervir, y las legumbres somos nosotros.

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