Opinión

Lágrimas

El líder de Unidas Podemos y vicepresidente segundo in pectore, Pablo Iglesias se pegó una panzada a llorar al salir investido como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su jefe. Motivos tenía para hacerlo, porque la izquierda del PSOE entra por primera vez en el Gobierno, porque estaba una compañera con cáncer que había hecho el esfuerzo por ir a votar y porque tras convencerse de que es difícil tomar el cielo por asalto, daba paso a la puesta en marcha de un gobierno de coalición. Ha llorado, ha confesado porque se emociona fácilmente. “Soy muy llorón”. No le van a faltar motivos para hacerlo todos los días porque como bien sabe la política es territorio minado. Para fortalecer su espíritu, todos los días, antes de salir del chalé rumbo al complejo de La Moncloa debería escuchar a Miguel Bosé que cantaba aquello de “Los chicos no lloran solo puede soñar… Los chicos no lloran, tienen que pelear”. Pues venga, a la brega con los ojos secos. 

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