Opinión

Opio

La religión es el opio del pueblo, dijo Karl Marx. Sustitúyase religión por fútbol y se tendrá una idea bastante aproximada de las razones por las que algunos aficionados de sus equipos tienen comportamientos enajenados, imposibles de entender bajo otros criterios que no sean los de una religión mal entendida y con los mismos efectos anestesiantes del opio. El fútbol, “panem et circenses”, tuvo mala fama entre la progresía de los años setenta, utilizado como adormidera por el franquismo. 

Luego ha sufrido un proceso de blanqueamiento y se ha convertido incluso en un arma política, del centralismo o del nacionalismo, y en un negocio boyante. Ahora es la excusa para comportamientos incívicos, racistas, irresponsables como se han visto en las dos aficiones de los equipos que han jugado una de las dos Copas del Rey pendientes. Parafraseando a Marx, el fútbol es el alma de un mundo desalmado, y también es el espíritu de situaciones carentes de espíritu.

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