El pasaporte es un documento de identidad de duración variable según la edad de su poseedor pero que sirve para varios años. Salvo que sea el pasaporte inmunológico anunciado por la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que apenas ha tenido un día de vida. De ser un instrumento previsto para que los ciudadanos que hayan pasado la enfermedad y tengan anticuerpos, o se hayan sometido a una prueba PCR, tengan registrada esa información en una a cartilla, ha pasado a ser un nuevo proyecto fallido de IDA. Ni sociedades médicas ni organismos nacionales o supranacionales aconsejan un documento de esas características por criterios médicos y éticos. Madrid vuelve a ser epicentro de la pandemia de covid-19 y su presidenta sigue más preocupada de hacer de jefa de la oposición a Pedro Sánchez que de contratar a los rastreadores a los que se comprometió. Pero el Gobierno ni se ha ocupado de desmentirla. Lo ha hecho su propio vicepresidente.
