Las ministras de un gobierno conservador sienten siempre aversión a cualquier tipo de huelga, por eso sería mejor que declararan que no son partidarias de ese tipo de protestas y que no se extendieran más.
Afirmar como han hecho la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que realizarán una huelga “a la japonesa” –una leyenda urbana según Wikipedia porque los japoneses hacen la huelga como el resto del mundo- o que la ministra del ramo, Dolors Montserrrat, diga que trabajará por la igualdad, lo que va en su sueldo, es una broma en el mejor de los casos, ponerse una venda para no ver, o en el peor una provocación.
La huelga feminista del 8-M tendrá un efecto cuyos ecos se extinguirán rápidamente. Pero las mujeres del Gobierno se ponen de lado, o al lado de quienes no hacen todo lo que debieran para saturar brechas.
