Opinión

Puigdemont

Cuando el pasado 30 de enero el presidente del Parlament de Cataluña, Roger Torrent, aplazó el pleno para la investidura de un nuevo presidente de la Generalitat, el ministro del Interior, José Ignacio Zoido, respiró con tranquilidad porque Carles Puigdemont no iba a ser proclamado president y no había entrado en España.

Pero se equivocaba. Puigdemont ha sido visto estos días en distintos lugares de nuestro país, con su peculiar peinado, con una bufanda amarilla anudada al cuello y con un lazo del mismo color prendido en la solapa de su abrigo azul.

Mis fuentes me cuentan que el pasado domingo deambulaba por delante del Museo Adolfo Suárez en la localidad abulense de Cebreros y que se mostró ufano por delante de una pareja de guardias civiles fuertemente armados, que no le importunaron, repartiendo besos y apretones de manos, como un personaje querido y popular.

Cebreros celebra uno de los mejores carnavales del país.
 

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