Opinión

República bananera

Grupos de manifestantes rompen las barreras policiales y penetran en la sede de la soberanía popular. Un presidente del país pretende dar un golpe de Estado institucional para aferrarse al poder y está dispuesto a atrincherarse en la sede del Gobierno porque no acepta los resultados electorales. El mismo presidente ha puesto en solfa todo el sistema electoral de su país. Todos son síntomas típicos vividos en las repúblicas bananeras, en regímenes bolivarianos donde la presión de la calle pretende alterar los resultados de las urnas. Esos hechos no se han producido ni en La Habana, ni en Caracas, ni en La Paz, ni en Quito, sino en Washington, capital de una nación emblema de la democracia liberal, donde su actual presidente Donald Trump trata de evitar su relevo. Una vergüenza difícil de asimilar por cualquier demócrata y que da idea de la persona que ha estado al frente del país más poderoso del mundo a lo largo de los últimos cuatro años. 

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