Reputación, responsabilidad social empresarial, responsabilidad social corporativa o cualquiera de las denominaciones que se inventen los de márketing y los que viven de la cosa, las agencias de comunicación, los departamentos de prensa, asesores de imagen y los gurús que aconsejan ponerse al día y cambiar el nomenclator de vez en cuando para definir lo mismo de siempre y para inventar lo que ya está inventado haciendo del matiz una nueva categoría. Está bien si alguien se lo compra, lo paga y de paso crea puestos de trabajo. En el BBVA están preocupados porque el “caso Villarejo” ha comenzado a afectar a la reputación de la entidad y puede tener consecuencias en su cuenta de resultados que a la postre es lo único que interesa a sus gestores y a sus accionistas, aunque por el momento dicen que no. El banco asegura que colabora con la justicia pero queda la duda de si, en efecto, lo hace de buen grado o porque no le queda más remedio y porque ha sido el primer banco en resultar imputado como tal por una serie de presuntos delitos en la Audiencia Nacional. Como los tentáculos de los bancos son muy largos no hay de qué preocuparse. Siempre contarán con quien les ayude a mantener su reputación.
