Opinión

Rostro humano

La odisea no ha terminado del todo porque aún queda por formalizar los papeles del reagrupamiento familiar, pero bien está lo que bien acaba. Y sobre todo si el precio final es de 92 euros una vez pagada la mordida de 5.000 euros a las mafias del tráfico de personas que metieron al niño en una maleta para tratar de pasarlo a España, donde le esperaban sus padres después de que no se le concediera el permiso en las islas Canarias para que vivieran todos juntos. A veces la justicia parece que tiene rostro humano, que se compensa el sufrimiento, y que las penas que a veces se piden son excesivamente duras en comparación con el delito cometido. Ni el padre del niño, ni el pequeño sabían que el método escogido por los mafiosos era el que eligieron con el que pusieron en peligro la vida del chaval. Alguien dirá que con sentencias así se favorece el efecto llamada para la inmigración ilegal. Mejor es pensar que se ha reparado una inhumanidad.  

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