Opinión

SALVOCONDUCTO

Es probable que unos de los salvoconductos más importantes de la historia -cinematográfica- sean los que consiguó Rick Blaine a nombre de Ilsa Lund y Victor Lazslo para que salieran de Casablanca y prosiguieran su lucha contra el nazismo. Ante esa historia heroica los documentos que expiden las empresas para que sus trabajadores acudan a su puesto de trabajo sin ser multados por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado por saltarse el aislamiento son un papel prosaico. Pero no es menos cierto que cada quien que porte uno de esos documentos puede sentirse el protagonista de una película en la que se salta un control policial después de haber burlado al agente malencarado que mira, ora su cara ora el papel, tratando de descubrir la falsificación que dé con los huesos del osado ante el paredón. La expedición de salvoconductos para poder circular por las calles es una práctica preventiva porque en ningún sitio se dice que sea necesario, ni tan siquiera existe un modelo único y oficial, pero ante la picaresca y las excusas imaginativas es preciso separar el polvo de la paja y no perjudicar más a quien tiene que salir de su casa para ir a trabajar. 

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