La decisión de United Airlines de cambiar de sitio a una mujer que iba a viajar junto a dos pakistaníes que manifestaron su deseo de que eso no ocurriera, y que no les atendiera personal femenino, es un mal síntoma que ni puede ni debe generalizarse. El sucedido es muy serio y si no fuera por el componente religioso del asunto, a los dos pakistaníes habría que aplicarles el mismo tratamiento que a los dos jugadores del Sparta de Praga, que han sido obligados a entrenarse con el equipo femenino por dedicar insultos machistas a una linier. Y si se generaliza lo de no respetar la no discriminación en función de raza, religión, sexo y se suman los que no quieren viajar con niños, colocar al pasaje de un avión va a ser como un tetris que va a acabar con la puntualidad aérea.
