Opinión

La decadencia de un Gobierno cobarde, secuestrado e incompetente

La delegación del Gobierno permite manifestarse a doscientos ultras, las burradas gritadas por Chueca se viralizan y la Fiscalía anuncia su intervención. La delegación del Gobierno permite un homenaje al criminal Henri Parot, la convocatoria de Mondragón se acaba descentralizando en un nuevo escupitajo a las víctimas de ETA y… el PSOE empieza a negociar cinco días más tarde los Presupuestos del 2022 con Bildu. Sin entrar ya en la teoría conspiranoica del posible intento de contraprogramar a etarras con neonazis, lo que está certificado es que en el sanchismo la ética fue sustituida hace mucho por la desesperación: en Madrid, un puñado de tarados -a los que sin duda habrá que investigar- se transforman en la gran amenaza de la sociedad occidental para intentar dañar políticamente a Díaz Ayuso. En Euskadi, los asesinos de un millar de personas se convierten en jubilosos manifestantes a los que conviene no molestar porque sus herederos políticos son necesarios para mantenerse en La Moncloa. A fin de cuentas, cómo van a prohibir los ongi etorri y todo ese nauseabundo folclore si cuentan con sus votos en el Congreso. 

La ultrajante fotografía de Adriana Lastra y Rafael Simancas hablando con la camarilla de Otegi fue la última señal de alarma de que en el maletero del viaje de Sánchez no cabían los escrúpulos. Dos años más tarde, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se sentó este miércoles con la portavoz de Bildu para seguir blanqueando la relación que abre las carnes de tantos socialistas. Nada nuevo: este es un Gobierno partido, cobarde y secuestrado, esclavo del subasteo a favor de los independentistas -“el voto de ERC se suda”, chuleó Rufián- y filoetarras. Y es en este caldo autodestructivo en el que se cuece su incapacidad para atender las urgencias de la sociedad española. Basta recordar los fracasos acumulados en las últimas semanas: el precio de la electricidad se dispara, no hay un plan de desescalada coherente, no hay negociación con el PP para la renovación del poder judicial, no hay transparencia con los fondos europeos, las autonomías se rebelan por la financiación y hasta la ex ministra de Exteriores es imputada por la entrada en España del líder polisario. 

Sin conexión con la realidad y en permanente colisión con la hemeroteca, lo que queda es instrumentalizar las justas luchas contra la homofobia, el machismo o los extremismos -de los otros, no los de Podemos- para favorecer la polarización. Y precisamente, la misma ministra que en la campaña de las autonómicas de Madrid se erigía en el valladar contra el fascismo sale ahora a narrar las bondades del turismo volcánico -“un espectáculo maravilloso”- a las miles de personas que pierden todo ante el avance de la lava. La empatía de Reyes Maroto marca el nivel del Gobierno liderado por un Pedro Sánchez tan incompetente como hueco: España tiene un presidente de cartón piedra, con la única habilidad de intentar buscar el mejor ángulo para la fotografía mientras su decadencia política avanza imparable.

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