Opinión

Dos años de nada

El programa electoral de DO inició hace hoy dos años su transformación de torpe propaganda -“va a ser un best seller”, decía Jácome- a comedia absurda. Es ilustrativo comparar lo que contaban para ganar el voto el 26 de mayo del 2019 con el actual estado de la ciudad que empezaron a gobernar tres semanas después. O rescatar la presentación de su campaña, repleta de frases explosivas: “Va a ser impresionante”, aseguraba Gonzalo sobre un Ourense en el que las cosas se harían “ipso facto” ya que todo “está más claro que el agua”. Cuando un periodista cuestiona cómo desarrollaría ese colorido carrusel, se lanza: primero defiende que “nosotros cumplimos siempre el programa electoral” (?) y acaba razonando que es “totalmente factible hacer todo esto en cuatro años”. Sin duda.

“Haciendo posible el cambio en Ourense”, fue otro de sus viejos titulares. Hoy se concluye que ese “cambio” solo era otra versión del “quítate tú para ponerme yo”. Nada sorprendente: lo peor para el populismo es llegar a la gestión y además Jácome aterrizó en la Alcaldía sin ideología, partido ni un plan real más allá de las ocurrencias. Por eso su oportunismo -razonable si albergase unos fines de interés general- se ha reducido a las cenizas de la supervivencia y tampoco es casualidad que sus movimientos más frenéticos hayan sido negociar el poder con su archienemigo y todo lo relacionado con los asesores: cuántos me tocan, cuánto cobran, a quién muevo, a quién echo… basta medir con qué profundidad conoce los reglamentos de los sueldos públicos y luego exponer la nula previsión exhibida en el resto de asuntos municipales. Cuestión de prioridades y la suya como alcalde/empresario parece clara: ganar pasta, ganar pasta, ganar pasta…

“Hay dos problemas en Ourense: adecentar la ciudad y transformarla. Obviamente hoy Ourense está paralizada debido a la incapacidad del alcalde y a los dos partidos que lo mantienen sin hacerle moción de censura…”. Es curioso cómo el análisis del Jácome opositor se ajusta a lo conseguido por el Jácome alcalde. Ahora en su defensa incluso lamenta que la prensa sea más crítica con él que con sus antecesores. Por no ir muy atrás en la hemeroteca, sobre la etapa de Jesús Vázquez se han escrito en este periódico muchas páginas, que hasta le servían a él como argumentario en su tele -en 2021 ya no le interesan tanto las fochancas-. Pero donde sí puede existir ese doble rasero es el Pazo de Xustiza: impacta recordar cómo se gestionaron sus denuncias contra el bipartito frente al escaso interés de jueces y Fiscalía por investigar el chapapote que deja a su paso el hombre autofacturado como la “esperanza blanca” de Ourense. Y algo así fue para los satélites que vieron en él una oportunidad para algo no confesable en público y por eso su entronización no se lee como un cisne negro: esta historia no pertenece a la categoría de sucesos imprevistos y sí a la de los experimentos que se van de las manos a titiriteros novatos.

Entre las propuestas de DO estaba organizar “un brainstorming global”. Quizás por si Jácome quiere todavía cumplir esa promesa, en la manifestación del viernes en la Praza Maior los vecinos le corearon varias ideas sugerentes. Porque si a él tanto le molesta llamar Universidade Popular a ese centro formativo también es legítima la pregunta de cómo denominar a un alcalde encantado de cerrar o ceder todo lo que no le interesa o ni siquiera quiere entender.

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