Opinión

La lujosa desvergüenza de Su Sanchidad

Uno de los fenómenos más escandalosos de las últimas semanas es ver cómo Pedro Sánchez se inventa cada siete días un sucedáneo de acto oficial para justificar el desplazamiento en Falcon a las sucesivas cumbres autonómicas del PSOE. En este intenso tour socialista, Su Sanchidad ya ha visitado empresas -congresos de Galicia y Andalucía-, laboratorios -Euskadi-, cooperativas agrarias -Murcia- y hasta un volcán en erupción. Poco a poco la historia ha ido degenerando y el pasado domingo ya ni trataron de disimular: los gurús presidenciales fabricaron una declaración institucional hueca sobre la pandemia desde la Delegación del Gobierno en Barcelona para anunciar lo que ya había anunciado el día anterior. Ni siquiera se acordaron de ponerle corbata.

La asistencia de Sánchez a la coronación de Salvador Illa incluyó un vuelo de helicóptero Moncloa-Torrejón y el Falcon de Torrejón a Barcelona. Pudo haber ido en AVE pero quizás eso chirriaba con la estética de grandilocuente mitin noventero adoptada por el congreso del PSC. La culminó él mismo ante la entregada multitud solo un rato después de pedir “prudencia” a España ante la sexta ola de la pandemia. Nada nuevo en el desarrollo de esta emergencia sanitaria, de la que el presidente dimitió hace año y medio para limitarse a hacer recomendaciones de “influencer” de Instagram. Ni siquiera le ha bajado el IVA a las mascarillas FFP2.

Como refinado experto en la mentira sin consecuencias, Pedro Sánchez ha llevado hasta el extremo la separación de la palabra y los hechos. El presidente más ecológico de nuestra historia es el presidente de España que más vuela en avión oficial. El líder más independiente se gasta un millón de euros en apesebrar a los escritores leales al régimen con viajes por Europa. El referente del buen gobierno maniobra para no informar sobre sus viaje en Falcon al FIB o a la boda de su cuñado. El socialista más humilde protagonizó en octubre el congreso federal más caro de la historia del PSOE, 2 millones de euros despilfarrados en un par de días a mayor gloria del líder supremo en el “congreso de la unidad”. Y las facturas de este derroche de autobombo progresista se acumulan mientras a los españoles les toca soportar una crisis económica con el precio de la luz disparado, la inflación ahogando el carro de la compra y los carburantes por las nubes.

El candidato de la militancia defensor de la transparencia ha derivado en el presidente del Gobierno con más hambre por la farándula y el terciopelo. Convertido en un aspirante a Luis XIV del barrio de Tetúan, su corte disfruta de lujosas vacaciones en las residencias del Estado mientras maneja el Gobierno con el récord de ministros y asesores. Al final ha sido premonitorio aquel besamanos del 12 de octubre del 2018 en el que se puso al lado de Felipe VI para recibir los saludos de los invitados. Si los Borbones se despistan un poco, Sánchez acaba cogiendo las medidas para cambiar las cortinas de Zarzuela.

Te puede interesar