Opinión

Ministros que nos salvan

Circunstancias nunca vistas permiten observar una y otra vez lo mismo: España disfruta de una política hábil para no mancharse demasiado mientras rescata a la imprudente ciudadanía. Miren “Filomena”: pese a todos los esfuerzos de todas las administraciones los conductores quedaban atrapados y los madrileños seguían teniendo infartos o poniéndose de parto. Algo tremendo. Pero los esfuerzos mediáticos finalmente dieron resultado, apenas hubo que registrar el colapso de Barajas o la M-40 -minucias- y se pudieron celebrar vistosas ruedas de prensa llenas de trabajo bien hecho y momentos históricos. Quizás por eso el antaño prestigioso juez reconvertido en ariete sanchista Grande-Marlaska no entendió que algún alcalde plantease pedir la zona catastrófica o que, según El Mundo, Robles enviase la UME a la capital sin consultarle.

Los efectos del temporal también se notan en esa subida interanual del 30% en la factura eléctrica. Por lo visto, ciudadanos y empresas se empeñan en darle al interruptor pese a saber cómo funciona ese mercado y cuánto se benefician de él las hidroeléctricas. Qué irresponsabilidad -la nuestra, digo-. Eso sí, el alza es “puntual”, según el Gobierno. No como cuando Rajoy, aquello sí que era una vergüenza. Montero ya le ha echado la culpa a Bruselas: no deja bajar el IVA. Como con el precio de las mascarillas, ¿recuerdan? El análisis, apuntó Alsina, es nítido: cuando acabe bajando la luz será mérito de Sánchez y es cosa de Europa cuando suba o toque aumentar impuestos -en el nuevo tajo a Sociedades irán 3.500 millones, según cuenta Expansión-. Porque cualquier recesión es ideal para apretar a los empresarios, empeñados en ganar dinero pese a los esfuerzos de Yolanda Díaz, referente en aplicar lo que siempre funcionó tan bien a izquierda y derecha: gestionar la economía desde tu trinchera ideológica. Normal que quiera subir también el SMI y poner más trabas al despido. Qué puede fallar.

Parece ser que a Díaz la quiere fulminar Pablo Iglesias, tiene miedo que le haga sombra. Algo raro en el líder de Podemos, firme defensor de una visión coral y nada cesarista de la política. Entre unas cosas y otras él ya debe tener bastante trabajo: le toca defenderse de su propia hemeroteca a base de severos tuits contra el Gobierno que vicepreside mientras hace oposición a todos esos ministros de la vieja política -Calviño, Escrivá…-, más preocupados del BOE que de salir en el programa de Cintora. Tan ocupado está Iglesias en generar crisis internas que es muy lógico que no tenga tiempo -tampoco iniciativa ni realmente competencias- a entrar en la crisis del temporal, la crisis energética o la crisis del coronavirus en los geriátricos. 

En la pandemia, sobra decirlo, la culpa también es nuestra: las medidas estaban bien claritas para cada una de las 17 navidades diferentes y, como resumió Simón, todos lo hemos pasado demasiado bien. Los miles de contagiados al día son miles de irresponsables bien abroncados por la clase política. ¿El ritmo de vacunación?  A “velocidad de crucero”, que diría Illa. Viendo esos porcentajes, algún mal pensado podría decir que falta por explicar a qué velocidad se refiere exactamente o cómo un ministro de Sanidad puede anunciar su candidatura electoral en medio de una pandemia y luego seguir en el cargo hasta el primer mitin. Pero eso son minucias y en todo caso, si no vacunamos lo suficientemente rápido no será porque determinadas autonomías no hayan invertido lo suficiente en la estrategia pública -los buenos datos de Asturias o Galicia y los muy flojos de Madrid son casualidad-. Si quedan dudas, ya luego harán un par de auditorías independientes para medir en qué acertaron ellos y en qué nos equivocamos nosotros. 

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