Opinión

El nazismo lo pinta Calvo

La mejor portavoz de la oposición a Sánchez es hoy su vicepresidenta segunda, Carmen Calvo. Una entrevista semanal hasta 2023 y Ayuso saca en Madrid más porcentaje de voto que el PP en Avión. Ahí queda su análisis de lo sucedido el 4-M: en dos años los madrileños han pasado de votar a Carmena y Gabilondo a inclinarse por una candidata “muy muy muy de derechas” debido a preferir un “mensaje simple” o tener “la percepción alterada por la pandemia”.

Calvo fue el miércoles el primer alto cargo socialista en dar su visión de la catástrofe de Ferraz y no defraudó. El sanchismo empezó instrumentalizando el franquismo, luego el fascismo y ya está con el nazismo. Por eso, de resaca electoral y en pleno homenaje a los españoles republicanos de Mauthausen la vicepresidenta se atrevió a deslizar referencias a Madrid: “A veces el fascismo aparece con la bandera de la libertad de quienes pensaron que la limpieza que querían hacer en Europa les llevaba a asesinar en los campos de concentración”. Luego vino a decir que el PSOE es demasiado inteligente para debatir con Ayuso: “Es muy difícil para un socialista entrar en campaña para hablar de cañas, ex y abrir latas de berberechos”.

Algún osado podría detectar una correlación entre los pésimos resultados del PSOE en Madrid y la pésima campaña orquestada por Moncloa; que lejos de las guerras identitarias, al PP le votó también parte de la clase trabajadora que vive al día o que, a fin de cuentas, Tierno Galván se popularizó gritando: “Madrileños, el que no esté colocado, que se coloque”. Pero la vicepresidenta cambió el traje de historiadora por el de analista de la izquierda caviar para sentenciar ayer en su entrevista con Alsina que la presidenta autonómica ha asumido el discurso de Abascal y por eso, con lógica imbatible, “si Vox no crece en Galicia es porque Feijóo es moderado y si Vox no crece en Madrid es porque Ayuso es radical”. ¿Y ese 70% votantes de Cs movido al PP es atraído por la Mussolini de Chamberí? Pues sí. Y si pese al desgaste de gestionar desde el Gobierno las heridas del covid hace solo tres meses en Cataluña ganó Salvador Illa fue porque allí “no se debatía la pandemia, se debatía el hartazgo contra el independentismo”. Y en una curiosa evolución de la autocrítica reclamada por ella misma -“la culpa es nuestra”, llegó a decir-, minutos después empezó a responsabilizar al “estado de ánimo”, a los ya mencionados madrileños que no saben votar o al propio PP. Solo le faltó señalar a las patatas bravas reaccionarias pero por lo visto Ayuso sí debería reflexionar lo mal que lo ha hecho convenciendo a un millón de votantes más que el PSOE. A quién se le ocurrirá manejar un argumentario tan extremista y dirigido solo a millonarios que ha ganado en los 21 distritos de Madrid, incluido Vallecas y en todo el (ex) cinturón rojo.

Esta exhibición dialéctica supera a cuando hace un año en el Congreso señaló sobre la expansión del coronavirus que “no me había dado cuenta nunca que Nueva York, Madrid, Teherán y Pekín están casi en línea recta. No exactamente, pero casi en línea recta, en horizontal. Son tres de las grandes ciudades donde se ha dado el problemón del demonio”. Por aquel entonces había mando único contra el covid pero ahora Calvo sostiene que en realidad el Gobierno “nunca ha tenido las competencias sanitarias en la pandemia”. Idéntico nivel de desfachatez lo repitió la vicepresidenta al final de la entrevista en Onda Cero, cuando alabó a Biden por pedir la liberación de las patentes de las vacunas después de que hace solo una semana (!) el PSOE votase en contra de la misma propuesta en Bruselas junto a PP, Cs y Vox. Habrá sido una errata, como lo de suprimir la declaración conjunta de la renta.

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