Ejemplarizar y modernizar la Policía Local es un reto clave para Ourense. Las mejoras serán imprescindibles para enterrar herencias y sombras de Ulloa que todavía hoy lastran al cuerpo con heridas como la Pokémon, alrededor de las viejas oposiciones o por qué hubo un momento en el que la ciudad sufría una competición de la grúa retirando coches. Su sucesora, María Barrera, no ha atajado la involución, quizás por no tener margen o por falta de colaboración pero traducido en cualquier caso en graves casos de impunidad -¿cómo puede seguir en un puesto de mando alguien condenado a prisión?- y carencias en el servicio al ciudadano, que a veces traspasan la mala educación.
La situación exige aires nuevos, evitando cambiar viejas herencias por nuevas hipotecas ni aprovechar las debilidades para intereses espurios. Por todo esto, y atendiendo a la evidente inquina del alcalde y Ucha hacia Barrera y a una plantilla a la que desprestigiaron de forma irresponsable para su beneficio político, observar al minigobierno en esta crisis es preocupantemente similar a contemplar al zorro cuidando el gallinero.
