Opinión

La prensa local, líder a pesar de todo

El valor de la prensa se encuentra en su liderazgo. Núcleo del periodismo y decisiva en la agenda diaria, su papel de brújula se refuerza en tiempos de zozobra: ante el covid, la ciudadanía ha resaltado su rigurosidad. Ante el populismo, nadie con más credibilidad para desactivar las “fake news”. Es el canario en la mina de cualquier recesión y en la crisis demográfica es el periodismo local el que da voz al territorio y ayuda a fijar población. La UE avanza lo vital de evitar la desertización informativa. El desarrollo de los territorios y, de los pequeños más, está vinculado a una prensa local líder, sólida y pegada a los intereses de sus gentes. Nadie se imagina una Castilla y León  sin el Norte de Castilla, una Valencia sin Las Provincias, un Lugo sin El Progreso o un Ourense sin La Región. Más de un siglo de vida avalan el compromiso de cabeceras como estas con sus respectivos territorios y el reconocimiento de sus sucesivas generaciones.

Otra manera de medir el valor de la prensa está en el volumen de sus rivales. La mayoría ha profetizado su final mientras parasitaba sus contenidos sin pagar ni un solo euro. Los más obscenos son ahora las grandes tecnológicas, que a través de redes y agregadores de noticias llevan lustros lucrándose publicitariamente con los contenidos producidos por las cabeceras. Hoy parece que hay vientos de cambio en Europa y EEUU ante un daño evidente: Google o Facebook suponen una pérdida de 1.320 millones anuales a los medios españoles según la asociación en defensa de los derechos de autor Cedro, que cifra esa deuda digital en 263 millones al año. Otros gobiernos ya han avanzado en esta dirección y los gigantes tecnológicos pagarán a los editores australianos 600 millones y a los canadienses 514 millones. Son pasos necesarios para compensar los efectos de internet, que también ha esparcido webs que replican en unos minutos informaciones en las que un periodista ha estado trabajando durante días. Esto, al final y al cabo, es lo que siempre han hecho radios y televisiones. Nada que objetar al derecho a cita pero en su abuso hay un revés. Donde no hay otra doblez es en los gabinetes de prensa: da igual que sean públicos o privados, su objetivo es usurpar el rol del periodista y de postre confeccionan “revistas de prensa” que en la práctica son otra forma de piratería. 

Todas estas heridas han supuesto un impacto real sobre la economía de los medios, pese a la resistencia de la prensa local, apoyada en la fortaleza de su tierra para cuadrar números, mantener -o incluso crecer- en lectores y esforzarse como auténtico motor de empleo. Y esto sucede con el convidado de piedra de las administraciones públicas, protagonistas de un curioso fenómeno: cuanto más alta está en el escalafón burocrático, más desconocimiento del mapa real de la prensa. Ahí está la disociación: mientras España se articula a través del incuestionable liderazgo de sus cabeceras provinciales las políticas públicas priman a los grandes medios, desterritorializados y sí en crisis de audiencia. Esto se traduce también en la ausencia de acciones para acercar la prensa a la escuela, olvidando esos lazos entre el papel y la comunidad, forjados durante décadas grises en la que el periódico sirvió tanto de profesor para la lectura como de ventana al mundo y que se renuevan generación a generación. Porque a pesar de gurús y la falta de asociacionismo de la propia prensa para tejer alianzas, ahí siguen cada mañana los periódicos en kioscos y mesas de desayuno. Empujando a su territorio mientras se adaptan a las nuevas realidades para seguir creciendo, siempre con la complicidad de sus lectores.

Te puede interesar