Opinión

El respeto se gana, no se concede

Roberto González

Conozco, al menos, a una decena de policías nacionales que, a pesar de haber sido condecorados con la cruz al mérito policial con distintivo blanco, raramente la portan en los actos oficiales y sin embargo presumen con orgullo de sus insignias con motivo de la dedicación al servicio policial, esas que se otorgan automáticamente en función de los años dedicados a la seguridad ciudadana y que no están ligadas a la apreciación subjetiva de quien propone y de quien otorga.

El próximo miércoles, día 2 de octubre, se celebra como cada año, la festividad de los Santos Ángeles Custodios, patrón de la Policía Nacional. Este año, habrá menos polémica que años anteriores, al revertirse la dinámica de usar las medallas, sobre todo las pensionadas, para premiar trayectorias profesionales, despilfarrando miles de euros en la concesión de aquellas que no respondían a criterios recogidos en la norma. Sin ir más lejos, hay concedidas en la actualidad unas 1.800 medallas pensionadas, lo que supone unos tres millones de euros al año. Mientras tanto, los agentes deben adquirir de sus bolsillos las medallas a la dedicación al servicio policial y siguen trabajando con unos medios muy mejorables.

La ley de condecoraciones fue aprobada en la dictadura y continúa vigente 55 años después. La concesión de medallas en cualquier colectivo no debe obedecer a criterios de peso cuantitativo de cada categoría profesional sino a un juicio y valoración de las propuestas que esté presidido por la objetividad y la transparencia, eliminando los cupos por escalas y plantillas que se vienen estableciendo.

El objetivo final es alcanzar un escenario, en el que el Día de la Policía no sea una jornada de frustración para muchos agentes desde policías a comisarios principales, sino una festividad en la que homenajear todas esas actuaciones profesionales relevantes registradas durante el año. No podemos olvidar el elevado número de condecoraciones a personas externas, que no forman parte de la Policía Nacional, y que este año incluye entre los recompensados a miembros del Cuerpo de Mossos d’Esquadra que, en algún caso, tienen claras afinidades con el independentismo catalán, como el comisario David Boneta, públicamente significado por sus declaraciones y posicionamientos alineados con los partidos que propugnan la separación de Cataluña del resto de España. El personal ajeno a la corporación debe disponer de otra condecoración distinta a la que se concede a los policías. No es aceptable que se utilicen las medallas para pagar favores a personas que colaboran con el Cuerpo. Hay que cambiar la norma y adaptarla al marco actual.

La mayor medalla a la que puede optar cualquier policía es el respeto y la consideración de los ciudadanos y de sus propios compañeros. Eso se gana, no se concede.

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