Opinión

La policía a tu servicio

Hoy se celebran en Ourense y en muchas ciudades de España los actos del Patrón de la Policía Nacional, los Santos Ángeles Custodios. Con motivo de los mismos, serán un total de 13 policías nacionales los que gracias a sus meritorias intervenciones en la detención del asesino de Velle, en la investigación del homicida del bar Novo o en la desarticulación de una red vinculada al tráfico de drogas en la provincia, quienes, junto a otros funcionarios a los que se les distingue por su trayectoria profesional a lo largo de los últimos años, ingresarán en la Orden al Mérito Policial con distintivo blanco. Entre ellos, también se encuentra un agente de la Unidad de Policía Adscrita a la Xunta de Galicia y dos policías recién destinados a la Comisaría Provincial de Ourense, procedentes de Pontevedra y Canarias, cuya notable trayectoria en sus destinos anteriores les hacen acreedores de esta distinción. Hay que felicitar a todos ellos y al resto del colectivo por su abnegada labor al servicio ciudadano.

Aunque en los últimos tres años se había revertido la dinámica de usar las medallas como forma de engordar las pensiones de los mandos de más alto rango dentro del Cuerpo, nuevamente en esta ocasión serán cuatro comisarios y comisario principales, a nivel nacional, los que recibirán una cruz de plata, con un incremento vitalicio del 15% de su pensión, despilfarrando miles de euros en la concesión de aquellas propuestas que difícilmente responden a criterios recogidos en la norma. Sin ir más lejos, hay concedidas en la actualidad unas 1.900 medallas pensionadas, lo que supone unos tres millones de euros al año. Mientras tanto, los agentes deben adquirir de sus bolsillos las medallas a la dedicación al servicio policial y siguen trabajando con unas condiciones laborables mejorables.

La ley de condecoraciones fue aprobada en la dictadura y continúa vigente 57 años después. La concesión de medallas en cualquier colectivo no debe obedecer a criterios de peso cuantitativo de cada categoría profesional sino a un juicio y valoración de las propuestas que esté presidido por la objetividad y la transparencia, eliminando los cupos por escalas y plantillas que se vienen estableciendo.

El objetivo final es alcanzar un escenario, en el que el Día de la Policía no sea una jornada de frustración para muchos agentes desde policías a comisarios principales, sino una festividad en la que homenajear todas esas actuaciones profesionales relevantes registradas durante el año. No podemos olvidar el elevado número de condecoraciones a personas externas, que no forman parte de la Policía Nacional. El personal ajeno a la corporación debe disponer de otra condecoración distinta a la que se concede a los policías. No es aceptable que se utilicen las medallas para pagar favores a personas que colaboran con el Cuerpo. Hay que cambiar la norma y adaptarla al marco actual. No obstante la mayor medalla a la que puede optar cualquier policía es el respeto y la consideración de los ciudadanos y de sus propios compañeros. Eso hay que ganarlo, nadie lo concede.

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